Entrevista a Fabio La Mole Moli, exboxeador, panelista, humorista
Por Marcos Calligaris

A los 38 años, Fabio Moli tiene una historia muy peculiar que contar. Su vertiginosa carrera, su presente, sus planes, su reciente comercial de Kadicard. A días de ser abuelo,  La Mole afirma estar convencido de volver a reinar entre los pesos pesados del país. Aquí su historia.

Barrio Müller – Córdoba 15:30 hs

Se escucha el sonido constante de un grupo de chicos saltando sobre gomas de camiones que utilizan para entrenar. Son más de más 20.

Empapado en sudor un gigante entrena sobre un cuadrilátero al mismo tiempo que da indicaciones a otros gurrumines que le pegan la bolsa: “Ahí nero, esperala, cuando viene le pegás, uno y dos ahí, ahí”.

Se trata de La Mole Moli, poseedor de esas historias que bien vale la pena contar.
Comenzó a boxear por necesidad en 1996. Pero previo a ese vuelco en su vida, este grandote nacido en Villa del Rosario “ya las había hecho a todas”. Bueno a casi todas. “Laburé de mozo, en máquinas, levantando fardos, de albañil”, me contará más tarde.
Cuando le llegó la propuesta de boxear Moli tenía 27 años. Debía sacar licencia como boxeador profesional, ya que pasada esa edad la misma no se expide, y como reza el reglamento debía además “acreditar diez peleas como amateur” para obtenerla.

Pasaron las diez peleas y algunas más. Fabio se había convertido como por arte de magia en la nueva figura del boxeo cordobés y argentino. Pero más que eso, se había convertido en un fenómeno social. Lo seguían multitudes, escribieron un libro sobre su historia de vida y hasta llegó a pelear –sin suerte- por cosas importantes en Alemania e Inglaterra.

Fabio advierte mi presencia periodística y dispara “¿Tai apurado nero?”. Tras mi negativa, le apunta ahora a un menudito: “Ey vo, no salté así, saltá así” -mostrándole la forma correcta-.

A eso se dedica Fabio Moli en la actualidad. Mientras espera volver a boxear, está al frente de un gimnasio en el humilde barrio Müller de Córdoba.

Los chicos continúan entrenando. Un profesor grita “tiempo” y todos cambian de actividad, incluido Fabio, quien viste unos joggins grises. Luego se seca la transpiración de la cara con una toalla y en quince minutos estará contándonos qué es de su vida.

¿De qué se trata este nuevo proyecto que estás encarando?
Hace dos años me vine a entrenar a Córdoba y vivía en Barrio Müller. Cuando salía para el gimnasio los chicos del barrio me pedían que los lleve conmigo, pero no podía andar con ellos para todos lados. Un día, corriendo por el Parque Las Heras me lo encontré al “Chocolate” Baley y le dije “Che, ¿Qué te parece si nos ponemos un gimnasio en Barrio Müller? Me puso en contacto con Luis Juez y en el acto el intendente me dijo: “peguémosle para adelante”. La idea es sacar los de la calle, pero ojo…que si me llega a salir uno bueno…lo voy a aprovechar.

¿Te ves dirigiendo boxísticamente?
Si, tengo una facilidad bárbara y un carisma de la puta madre. Los chicos me entienden ahí nomás y nos hacemos amigos rápido. No es fácil ser técnico. Para esa cuestión lo tengo al profesor Miguel Rojas acá, yo me encargo más de la parte afectiva, de conversar con los chicos, de transmitir mi experiencia.

¿Cómo ves ahora el vuelco que dio tu vida hace 10 años?
Lo veo bárbaro, negro. Primero que nada, cuando empecé no pensé que podía llegar a hacer lo que hice. Empecé por necesidad, lo tenía a mi viejo muy enfermo y no tenía laburo. Para comprarle las drogas al viejo tuvimos que vender todo lo que teníamos.
Así, un día me hicieron una oferta de 300 pesos para pelear. Y yo con eso, imaginate, pagaba la luz, pagaba un montón de gastos.
Pero en ese momento ni se me cruzó por la cabeza lo que se venía, en que iba a llegar a tener 5 cinturones en mi poder, que iba a ser campeón argentino, que iba a llegar a ser el único campeón de todo Sudamérica. Tampoco que pensé que la gente me iba a querer tanto. De un día para el otro pasé a ser ídolo y a pelear en un estadio de 12.000 personas.

¿Cómo evaluás tu carrera?
Cada vez que hablan mal de mi carrera yo siempre digo “van a pasar muchos años para que salgo otro cul… como yo. Empecé a los 26 años, con 10 peleas amateurs pasé al profesionalismo y peleé con tipos que tenían una gran trayectoria en el boxeo y que creían que era imposible que yo les gane.

Se recuerda mal tu paso por Alemania, la pelea que con el actual campeón del mundo Wladimir Klitschko. Sólo duraste algunos segundos y a la lona… ¿Qué fue lo que pasó?
Me puso patas p’arriba en un ratito. Sigo pensando lo mismo que pensé al otro día de la pelea. No puedo creer lo que pasó. En 36 peleas que tenía, y batallas en la calle con patadas en la cabeza, nunca me pasó algo similar. Fue inexplicable. Para muchos pasé a ser un cagón, pero yo sé que quedé inconsciente. Lo que sí, quiero dejar en claro que yo no fui a Alemania a tirarme.

Además de Alemania, estuviste en Inglaterra peleando. ¿Qué te quedó de esos viajes?
En Alemania el trato fue muy lindo, la pasé muy bien, comí en los mejores restaurantes, fui en tren bala a otro país que queda cerca (no sabe precisar cuál país). Todo muy lindo.
Ahora, en Inglaterra, fue todo lo contrario. No nos quieren ver ni en fotos a nosotros, bolu… Cuando llegué al aeropuerto  me estaba esperando un tipo azul  –‘porque no era negro, era azul el tipo’, agrega- . Tenía un cartel que decía ‘Fabio Moli’. Soy yo, nero cul… le dije, si el tipo no entendía nada (Fabio lanza una carcajada). Me llevaron al hotel y ahí me dejaron 8 días encerrado. El día que salí, me senté en un lugar que había como 10 televisores y estaban pasando carreras de galgos. A mí, que me encantan las carreras, me senté y dije, ‘de acá no me mueve nadie’. Ahí había un tipo que me miraba y me miraba hasta que en un momento no aguantó más, se me vino y me empezó a decir anda a saber qué. Yo por las dudas me paré y le dije “Sí, andá  a la re pu… que te parió”.

Una de cada color…

 

Fabio tiene anécdotas de todos colores y disfruta mucho contándolas. ‘Las cosas que me han pasado con el boxeo son impresionantes, nero, nos dice, y agrega “dormí en hoteles 5 estrellas, conocí el hotel “Cheraton”, increíble. Tengo muchas historias.”
Y con la facilidad del Negro Álvarez o Cacho Buenaventura para contar historias, este gigante continúa describiendo historias tan graciosas como reales:
“Un día en un pesaje de una pelea en Oncativo, subía a la balanza y todo el mundo se empezó a reír, resulta que tenía un ‘agujerazo’ en el calzoncillo y se me veía todo el culo, así que me di vuelta y les dije “de qué se ríen che manga de culiados…”
Otra vez estaba peleando con un yanqui. Me acuerdo que yo le venía pegando un montón y en el último round el negro me metió una trompada que me descontroló todo. No sentía las patas. Lo veía al negro pero no tenía reacción en el cuerpo. En ese momento el negro se me viene y le alcancé a abrazar la cabeza con los brazos. El árbitro me decía ‘Suelte Moli, Suelte Moli”, y yo ‘si…pará que lo vuá soltá…”

¿Qué pensás hoy del boxeo?
Sabemos que es un deporte duro, riesgoso, pero a la vez es muy disciplinado. Yo era un borracho que vivía peleando y desde que empecé a hacer esto, me cambió la vida. Si yo no hubiera sido boxeador, estaría muerto ya, me hubieran matado, o no tendría a mi negra, a mis hijos.

En tu última pelea, Marcelo Domínguez dijo que se debía reconocer que la categoría de pesos pesados había resurgido en la última década gracias a vos…
A mí y a mi ex promotor el Doctor Bladimiro Sodero.

¿Terminaron mal las cosas con Sodero?
Sí, al último ya no nos podíamos ni ver. Pero también están las cosas buenas. Lo quise mucho, lo respeté mucho y gracias a él yo llegué a ser lo que soy ahora. Cuando nadie creía en mí, el apostó por mí.

¿Te gustaría ser promotor?
Si. Ser promotor es lo más fácil. Lo difícil es esto, estar acá, renegar, enseñar a pelear. Después como promotor vos tenés que tener contacto con De la Hoya, con Don King, con gente de acá. Después decís ‘che, este boxeador pega bien’, dividís porcentajes y listo.

Tenés 38, ¿pensás  en el retiro…?
Na… estoy hecho un pendejo. Sigo siendo boxeador. Todavía no me he retirado. Me hice los estudios el otro día y el médico me dijo: “Moli, te caben 4 ó 5 cagadas más ”.

¿Volvés a pelear?
Si. Yo estoy suspendido porque perdí las últimas tres peleas por knock out técnico, pero este mes se me vence la sanción. Mi idea es pelar lo más antes posible por los títulos argentino y sudamericano que están bacantes. Creo que voy a volver a ser campeón. Hay que ver si me dan la chance antes que a otros.

¿Cómo estás económicamente?
Hay mucha gente que cree que gané fortunas. Pero no, yo peleé toda la vida por mil pesos. La primera vez que gané algo fue en las peleas con el gringo Dáscola. Gané algo pero en ese entonces no tenía nada, así que tuve que arrancar con las cosas bien básicas. Me hice la casa y un bar que alquilo. Viví bien los últimos diez años, lo que quise hacer lo hice.

¿De qué estás viviendo?
Vivo del alquiler del bar y del mensual que me pasa la municipalidad por trabajar en estos gimnasios.

¿Qué planes tenés a futuro?
Quisiera seguir haciendo lo que hago ahora. Gracias a Dios tuve apoyo desde la Intendencia de Córdoba. Acabamos de abrir otro gimnasio y dentro de poco inauguramos el tercero. O sea, el día que yo no boxee más, me pongo a dirigir los tres gimnasios. Además estoy muy tranquilo porque creo que algún boxeador voy a sacar. Yo sé que algún día voy a estar sentado en algún rincón de Las Vegas con algún chico de Barrio Müller.

Barrio Müller – Córdoba18:30 hs

Quedan pocos chicos saltando sobre gomas de camiones.
La Mole continua entrenando, alimentando su ilusión, y ahora también la de muchos chicos, quienes encontraron en este grandote bonachón, un motivo para no estar en las calles, y quién sabe si alguna vez cómo Fabio lo dice, lo vemos en algún rincón de Las Vegas, con algún campeón de Barrio Müller ganándose las miradas desde el centro del ring.

La publicidad de Kadicard

 

Fabio “La Mole” Moli, se transformó recientemente en la cara de la nueva campaña publicitaria de Kadicard para adherir a 10 mil nuevos clientes. Pegándole literalmente a cada “mala onda”, “serrucha pisos” o “tramposo”, este gigante le ayuda a Kadicard a ‘fidelizar’ sus clientes. “A esta tarjeta no se la merece ‘cualquiera persona’, sentencia  La Mole.

¿Cómo fue la experiencia de filmar una publicidad para Kadicard?
Fue hermoso. Nos llevó dos días. Lo que sí, cuando llegué el primer día me dijeron ‘acá tenés que estar todo el día’. ¡Naaa! ¡Qué todo el día! les dije. Insistieron que tenía que pasarme todo el día encerrado en un octavo piso y otro en el Jardín Botánico.
Al final laburé con tanta gente buena, tanta gente hermosa. Estaba lleno de cámaras, luces, actores. Estuvo muy bueno.

¿Cómo te ves actuando?
Bien. Los locos creían que iban a tener que renegar conmigo y no, nada que ver, hacíamos una o dos tomas y listo. Además no tuve que inventar un personaje, actué como soy yo. La vez que alguien me quiso hacer actuar no fui. Una vez me invitaron a Mirta Legrand y me dijeron que midiera las palabras. Directamente no fui. En Susana Giménez me quisieron pintar de Increíble Hulk y tampoco fui.

¿Te gustó esto de pegarle a los “mala onda”,  a los deshonestos?
Me pareció bárbaro. Me cayó justo.