Por Marcos Calligaris

Como soporte al reciente IV Congreso Internacional “La Cultura del Trabajo e Inclusión Social de los Jóvenes”, organizado por la Fundación Inclusión Social Sustentable, Perspectivas Sociales realizó una investigación para intentar comprender el “paradigma de los más jóvenes” a la hora de su inclusión laboral.

Las consultas de esta investigación fueron dirigidas a encargados de la selección de personal de grandes empresas, pymes, consultoras en Recursos Humanos y arrojó algunos datos preocupantes que deberían ser tomados en cuenta.

Una vez consultadas las empresas más importantes de la ciudad de Córdoba, la investigación concluyó en que éstas se encuentran frente a un nuevo desafío: el de “comprender la nueva visión de mundo y la conformación cultural de los más jóvenes.”

Muchas de ellas manifestaron que las personas de este tramo etario “no ofrecen al mercado laboral cualidades propicias para su incorporación.” Y según los entrevistados, “el mercado laboral cordobés actual se enfrenta, como nunca antes en la historia, a un freno en el crecimiento, causado por la escasez de recursos humanos capacitados.”

Pero el problema que se plantea es recíproco, ya que al ser consultados sobre qué creen que los jóvenes buscan en sus empresas, la mayoría de los entrevistados no supo responder.

Este tipo de situaciones llevó a los investigadores a la conclusión de que “es muy poco lo que los responsables de la selección de personal saben acerca de lo que este segmento de trabajadores quiere y busca en ellas.”

 

¿Poca predisposición de los jóvenes?

Entre las respuestas obtenidas por dicha investigación se mencionan varios aspectos de “connotación negativa”. El concepto más recurrente es “que los jóvenes están siempre al acecho de una mejor propuesta, de nuevas ofertas de trabajo y de una búsqueda permanente y ‘facilista’ de mejora continua.”

Asimismo, el documento asegura que “el tomador de empleo cree que lo que los jóvenes buscan, es un puesto de trabajo que demande poco y pague mucho.” Es decir, sólo buscan un sueldo para poder consumir lo que quieran en tiempo y forma.

Consultados acerca del por qué la desocupación de los jóvenes entre 18 y 25 años de edad es mayor a las personas que están por encima a dicha franja de edad, se obtuvieron diferentes argumentaciones. Algunos entrevistados consideraron que la desocupación en los jóvenes se debe a que ellos mismos “son, piensan y sienten”. En este sentido, se describe al joven como un ser con valores distintos (a los de antes), con otras prioridades, con dificultades en lograr integración en la organización o empresa a la que pertenece.  “Son jóvenes con la idea incorporada del ‘facilismo’, en términos de trabajar poco, cobrar bien, sin hacer demasiado esfuerzo para realizar la tarea.

Por su parte algunos entrevistados manifestaron “que la desocupación se debe a una falla en los padres, en los maestros, en la enseñanza del significado de ‘responsabilidad’ y su implicancia. De la misma manera tampoco dudaron en depositar en el colectivo cultural, el origen y la causa de no compartir códigos, por falta de transmisión de los mismos. Es decir, piensan que no hay cultura de trabajo, que la de los ‘90, es una generación que no ha visto a sus padres trabajar por la gran desocupación que había, o que no les fue bien a pesar de su trabajo. “Entonces el hecho de mantener un empleo, el esfuerzo, el compromiso, están muy poco afianzados en ellos”

Siempre según esta investigación, algunos entrevistados sostuvieron que “la desocupación se debe a la pérdida de interés por frustración en los jóvenes al no conseguir lo que realmente quieren, al no conseguir el trabajo que ansían, la paga que esperan; factores que apuntan, según ellos, no a la irresponsabilidad del joven sino al desinterés generado por la frustración.”

 

Lo que busca el empleador

Con respecto al momento de la contratación de personal, el documento afirma que “el nivel de descreimiento sobre la utilidad práctica de la instrucción que reciben o han recibido los jóvenes de entre 18 y 25 años por parte de las instituciones de enseñanza formal es tan bajo, que en las búsquedas laborales, los responsables de la selección se concentran casi exclusivamente en aspectos actitudinales.”

Por último, a partir de las entrevistas se pudo establecer también que las empresas buscan a los jóvenes de entre 18 y 25 años de edad para ocupar cargos operativos, que no requieran de conocimientos específicos, ni de experiencia previa, ni que impliquen manejo de personal. Sólo en unos pocos casos se busca, o se cuenta entre las dotaciones actuales de personal, con personas de este rango de edad ocupando puestos de coordinadores de grupos de tareas como jefes o supervisores.

Algunas grandes empresas tienen además políticas de profesionales jóvenes, pero que generalmente afectan al tramo etario siguiente, de entre 26 y 30 años.

Evidentemente no es fácil conseguir trabajo entre los 18 y 25. Y las razones responden a variadas índoles. Será importante echar manos a la obra cuanto antes y prestar atención a las verdaderas necesidades de los más chicos para evitar el cada vez mayor nivel de insatisfacción.