Entrevista a Hernán Lanvers
Por Marcos Calligaris

Vive en Córdoba y se convirtió en Best seller por sorpresa. Hernán Lanvers conquistó África y también hizo cumbre en el vasto mundo de la literatura argentina.

Estimado Sr. Calligaris

Le envío este libro que he escrito para que, de disponer usted de tiempo, le dedique sólo diez minutos a iniciar su lectura. Si pasado ese tiempo, la narración logra entusiasmarlo y termina usted de leerla, me sería muy valioso conocer su opinión sobre ella (…)

                                                                                                                Hernán Lanvers

En un acto de extrema humildad y al filo de la obsesión, el hombre finalizó su novela, aquella que basó en su querida África y la diseminó como bomba de tiempo por las principales salas de redacción del país, desafiando de puño y letra a periodistas y editores.

Con el mismo modus operandi procedió ante la gigantesca Editorial Sudamericana, a la cual llegó a enviarle un libro dedicado a cada uno de sus 60 empleados.

Finalmente el ingenioso ataque del escritor primerizo en su lucha contra las pesadas estructuras del anonimato dio su fruto: el hechizo de los primeros diez minutos de lectura fue letal y en su casilla de correo, un e-mail le comunicaba la inminente publicación de su libro.

El aventurado escritor logró así su objetivo, “África, hombres como dioses” fue publicado masivamente y como por efecto de onda expansiva se propagó inmediatamente, colocándose como el libro más vendido del país.

Médico cirujano, ex rugbier y amante de los viajes, Hernán Lanvers conforma un caso extraño de la literatura nacional.

Luego de viajar por todo el mundo, este cordobés por adopción recaló en África, donde terminaría cautivado por la forma de vida y adonde peregrinaría en nueve ocasiones.

Allí se convirtió en una de las pocas personas en el mundo que ha escalado, en solitario, las dos montañas más altas del continente negro, el Kilimanajaro y el monte Kenia. Y fue justamente en aquellas expediciones de montaña, cuando comenzó a narrarle historias de la realidad argentina a los guías negros que lo acompañaban. Así compartió aventuras con chaggas, kikuyus, y hasta con un kadazan-dazan, integrante de la tribu de Cazadores de Cabezas. Fueron estos compañeros de ruta quienes le sugirieron mortalizar sus relatos en papel.

Fanático de Wilbur Smith -con quién luego sería comparado por los grandes medios nacionales-,  este escritor de 45 años es una de las gratas revelaciones del país literario, un logro que tiene su correlato en el contrato que acaba de firmar para completar su trilogía y en la confirmada edición de su novela en España y México.

Vamos al principio de todo, antes que nada sos médico cirujano. ¿Cómo fue esta etapa?
Nací en Buenos Aires y me vine a estudiar medicina a Córdoba. Vivía en una pensión, haciendo vida de estudiante hasta que en tercer año me puse un pequeño instituto donde enseño el ingreso y materias de medicina. Luego de recibirme, en lugar de dedicarme a la medicina, me aboqué a eso. En esa época era muy pobre, no tenía un mango, y con el instituto me fue muy bien.

¿Eso te permitió comenzar a viajar?
Claro, comencé a viajar por muchos lugares, de los cinco continentes, he estado dos veces en cada uno. Y en África he estado muchas veces.

¿Cuál fue tu primera aventura fuera del país?
Mi primer viaje fue a Europa, estando ahí me tenté y me crucé a Israel, Palestina, Egipto y terminé yendo a nueve veces a África. La excusa para ir a esos lugares fue escalar montañas, eso me permitió ir en expediciones con guías africanos. Eso hace que los conozcas más y al bajar de la montaña me invitan a sus casas, me presentan su familia.

¿Y no tienen prejuicios hacia el hombre blanco?
Ellos tienen al blanco como alguien que nunca se junta con ellos. Y la distancia la toma siempre el blanco. Es probable que el blanco tenga a un negro trabajando en el jardín y no lo invite a comer nunca…

¿En qué momento decidiste largar con una novela?
Durante estos viajes, mientras escalás, es muy común que a la noche se junten cuatro o cinco guías con algunos de los que están escalando y se ponen a contar anécdotas. Yo me sentaba a contar y me decían que era bueno, que por qué no me dedicaba a escribir las historias. Les gustan mucho las historias narradas porque prácticamente no tienen escritura. Por otra parte yo ya había escrito un libro que se llama “Kilimanjaro. Guía Médica para su Ascenso”. Y el editor me recomendó escribir una novela porque le gustó la parte que no era técnica del libro.

¿Qué historias les contabas a los nativos?
Recuerdo una vez que me contaban muy orgullosos que en Tanzania su rey tenía ocho esposas. La cuestión es que a mí me parecía poco serio, entonces me preguntaban si en Argentina teníamos presidente o rey. En esa época se había ido De la Rúa, así que les comenté que habíamos tenido cinco presidentes en una semana, y me dijeron “¡entonces tu país en menos serio que el nuestro, nosotros tenemos el mismo hace treinta años!”

También recuerdo que les mostré una revista Noticias donde salía Duhalde bailando con una damajuana de vino en la cabeza, con una odalisca, entonces me preguntan “¿Y este quién es?” Ese es nuestro actual presidente, les digo, el que nos está sacando adelante, y me dicen: “¿o sea que éste es el más serio de los cinco?”…

¿En qué idioma se comunicaban?
En inglés y en swahili, que es la lengua más hablada de África, conozco alrededor de cuatrocientas palabras. De este idioma vienen términos como “safari”, que significa viaje; “simba”, que quiere decir león, o “quilombo” que significa desorden.

¿Tuviste alguna mala experiencia en África?
Una vez en Nairobi, Kenia, me robaron y me cagaron a trompadas. Kenia es muy pesado y el problema cuando te roban es que esté la policía, porque son de disparar y no se sabe por qué, pero los africanos cierran los ojos cuando disparan. Entonces le pueden pegar a cualquiera.

Rescatás permanentemente la forma en que ellos nos ven a nosotros…
Sí, por ejemplo a mí se me reían en la cara del hecho que no tuviera esposa… ¿Cómo no se van a reír si ellos tienen cuatro normalmente? Uno me decía, “sos viejo ya, yo tengo ocho esposas”.

Entre otras reivindicaciones a la raza negra, tu novela enaltece la figura de Shaka Zulu. Para muchos él era sólo un personaje de ficción, un mito…
Para que te des una idea, actualmente los zulúes tienen su rey, un monarca que tiene ochenta esposas.

Como Wilbur Smith, pero en Córdoba

 

Hernán Lanvers había logrado escribir y publicar su novela en 2003, pero luego de seis pequeñas ediciones en Córdoba, decidió ir por más. Su objetivo era ser publicado por la Editorial Sudamericana y así masificar su aventura.

“Me gustaría que lean este libro aunque sea por diez minutos y si no les gusta que lo tiren, pero que me manden un e-mail diciéndome ‘lo leímos y no nos gustó’”, decía el ejemplar que el cirujano envió a Buenos Aires. Pero luego fue más allá y en una nota aparte les prometió enviar mensualmente un libro a cada uno de los empleados de la empresa durante los siguientes 5 años si no le respondían. Y así procedió el primer mes. “Me comentaron que en cada escritorio había un libro mío, hasta que uno de los editores pidió que alguien lo leyera porque sino los iba a volver locos. Finalmente me mandaron un e-mail diciéndome que me querían conocer, que lo iban a publicar.”

¿Lo podías creer?
No, pensé que era una joda. Viajé a Buenos Aires para ver cómo era la tapa, comprarme uno, y cuando llegué a una librería del Patio Bullrich, me di con que mi libro era la vidriera completa. Los tipos habían impreso 12 mil ejemplares. Para que te des una idea -en proporción con Estados Unidos-, es la misma cantidad de ejemplares que hicieron para El Código Da Vinci. A la semana de semana ya era el tercero en ventas del país y pronto tuvieron que largar una segunda edición.

¿Caíste en la cuenta de que te convertiste en uno de los escritores más vendidos del país?
A mí me llama mucho la atención cómo ellos creyeron que el libro iba a andar, y por qué se largaron a hacer 12 mil ejemplares. Si no funcionaba iba a ser el fracaso más grande de la editorial. Desde hacía 20 años nunca se editó a un escritor desconocido en un número tan grande, me contaron que las otras editoriales están estudiando el caso. En el caso de Córdoba, fue el más vendido de la feria del libro y estuvo 25 días agotado.

¿Pensaste en dedicarte totalmente a la escritura?
Yo quiero seguir dando clases, jugando al rugby y escribiendo. Y econonómicamente esto no te deja mucho. En Argentina hay sólo diez personas que pueden vivir de la venta de libros.

¿Qué sentís cuando te comparan con Wilbur Smith?
A uno le gusta, yo soy fanático de Wilbur Smith. Es lo mismo que vos seas jugador de fútbol y te comparen con Messi. Para mí él es un poco el modelo a seguir.

¿Escribirías sobre algo que no sea África?
Creo que me voy a dedicar a escribir únicamente sobre África.

¿Sos algún personaje de tu libro, un poquito de todos, o ninguno?
Un poco de todos, hasta de Shaka Zulu. Creo uno pone lo que a uno le gustaría ser, o inventa el grupo de amigos que le habría gustado tener.

¿Estás trabajando en tu segunda novela?
En este momento estoy escribiendo la segunda parte del libro y luego vendrá la tercera. Mi idea es contar la historia de la África negra a lo largo de doscientos años, con los mismos personajes, sus hijos, nietos…

¿No tenés problema con tu novia después de estos viajes?
Estoy de novio hace poco, pero la anterior me dejó porque me fui a Marruecos a escalar el monte más alto del Sahara y ella se quería ir de vacaciones a Brasil.