Por Marcos Calligaris

Conocer a Serge Gainsbourg no es nada sencillo. Pero siguiendo estas instrucciones al pie de la letra, se puede conseguir un resultado garantizado.

Suele sucederme que me preguntan de dónde conozco a Serge Gainsbourg. En este momento me propongo a dar fehacientes indicaciones y reveladoras premisas.

Lo primero es dirigirse a la Alianza Francesa más cercana. La Alianza, según su definición enciclopédica, es algo así como “una organización cultural y educativa internacional que promueve, sin fines lucrativos, la enseñanza del idioma y de la cultura francesa en el mundo.

Es necesario que la Alianza Francesa a la que te dirigís, tenga un bar, y si tiene un bar, seguro que éste va a contar con un apropiado estilo francés. Allí te dirigís diariamente y pedís un cortado al revés con alguna medialuna.

Luego de algunos días, cuando ya casi sos un cliente de la casa, te van a poner al corriente de una fecha, una fecha en la que cantará y tocará la guitarra un tal David.

David es un francés –atentos que puede variar el género y el nombre del músico, dependiendo el tiempo y espacio- que está ganándose unos mangos en tu ciudad y despunta el vicio tocando la guitarra.

Él aparentemente ha llegado a un acuerdo con el dueño del barcito afrancesado para interpretar unos temitas de la chanson francesa. Seguramente lo hará gratuitamente, pero no te preocupes por él, de esa forma se va a sentir más cerca de su casa.

Llegás el día indicado –podés ir con un acompañante-, te sentás, ordenás un cortado al revés con alguna medialuna y esperás.

David, llega al rato, desenfunda la guitarra, afina algunas cuerdas y larga.

Una de las primeras canciones será Aux Champs Elysées, de Joe Dassin. Te va a  parecer muy entretenida. Luego el repertorio incluirá La vie en Rose, de la Piaf, obvio, alguno de Charles Aznavour, Charles Trenet (Que reste-t-il de nos amours, una delicia), Jacques Brel, entre otros y llegará a Les Feuilles Mortes, en su versión interpretada por Yves Montand. Che, David canta bien.

Pero ojo acá, este clásico galo es clave. Les Feuilles Mortes te va a cautivar. Canción triste si las hay, nació con la muerte de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Jacques Prévert y Joseph Kosma fueron los encargados de ponerle letra y música respectivamente.

Esta canción en realidad no es sólo una canción, es una llave, la llave mágica y secreta de ingreso al mundo de la canción francesa.

C’est une chanson qui nous ressemble. 

Toi, tu m’aimais et je t’aimais 

Et nous vivions tous deux ensemble, 

Toi qui m’aimais, moi qui t’aimais.

La clave final

¿Qué tiene que ver esto con Serge Gainsbourg? Nada. O mejor dicho nada por ahora.

Seguimos con las instrucciones.

Te vas y prometés volver al bar la próxima vez que David lo haga con su guitarra y con Les Feuilles Mortes. No importa la estación del año, para cuando vuelvas, ya vas a estar rogando que el músico interprete Les Feuilles Mortes.

Y lo que él va a interpretar también en aquel reencuentro, es que ya estás listo para recibir una confesión: “Hubo una vez en Paris un gran músico, tan grande, revolucionario y extraordinario, como feo. Su nombre fue Serge Gainsbourg”. Y ante tu mirada atenta proseguirá con un halo de misterioso: “en una de sus canciones, Gainsbourg hizo referencia a Les Feuilles Mortes. Esa canción atrapó tanto a Serge, que escribió una él mismo, que de alguna manera continuaría la triste historia de Les Feuilles Mortes e increíblemente sería también tan célebre. Su nombre iba a ser “La chanson de Prevert”.

David la interpreta:

“Oh je voudrais tant que tu te souviennes 

Cette chanson était la tienne 

C’était ta préférée 

Je crois 

Qu’elle est de Prévert et Kosma.”

Quizás la primera vez no te guste, también puede pasarte como a mí, que la destetes. Pero será letal. Esos acordes -chocantes quizás para un anglófilo- serán penetrantes y en el futuro, probablemente podrás sentirlos como una necesidad.

David te mirará por sobre su hombro, dibujará una casi imperceptible sonrisa y se alejará como quien se sabe seguro del éxito de su cometido.

A partir de ese momento vas a empezar a escuchar a Serge Gainsbourg por todos lados, en varias lenguas, en poemas, en prosa, en televisión, en parafraseos, en citas. Verás su estilo en varias personas, sus juegos de palabras te harán reír y hasta ponerte colorado. Te vas a sentir identificado a veces, otras no tanto.

Y de repente, de un momento a otro, vas a caer en la cuenta de que a Gainsbourg ya lo conocías desde hace mucho tiempo.

Doy fe. Así conocí yo a Serge Gainsbourg, No fue para nada fácil, pero a mi favor debo alegar que fui infalible en la consecución paso a paso de todo el procedimiento.

Algunas personas me comentaron que lo han conocido de otra manera, sinceramente yo no les creo.