Por Marcos Calligaris

Valeria Lynch es de esas artistas difícil de abarcar. Con una potente e inconfundible voz, se supo ganar un importante espacio en el que se mantuvo vigente a lo largo de varias décadas, y el presente la encuentra de una forma inmejorable.

Multifacética por donde se la mire, ‘Val’ -como le gusta que la llamen- trabajó además en cine y televisión; en musicales y teatro de revistas. Cantó en infinidades de escenarios mundiales, incluyendo Las Vegas, Tokio, San Remo y el Carnegie Hall de Nueva York, adonde muy pocos latinos han llegado. Compartió escenario con gigantes como Ray Charles, Rod Stewart, Tina Turner y Plácido Domingo, entre varios otros.

Como si fuera poco, cuenta con diez escuelas de canto. “Son escuelas de las cuales participo, conozco y tomo examen a todos los alumnos. Todos me conocen, no es que pongo sólo el nombre”, aclara.  Desde su escuela se propone enseñar a descubrir lo que hace diferente a cada cantante. “Siempre les digo a mis alumnos que lo más difícil es encontrar el estilo propio, la propia personalidad. Eso que hace que no haya gente que te pueda imitar”, afirma. Y lo dice con conocimiento de causa: como Valeria Lynch no hay dos.

La historia de un personaje ya célebre de la canción argentina y de la lengua hispana en una entrevista sin desperdicios.

 

Mirar hacia atrás, con una carrera tan extensa y variada, ¿qué es lo primero que te produce?
De todo. Recuerdos y sensaciones. Me acuerdo mucho de la gente que me dijo que sí; de los que me dijeron que no; de la gente que no apostaba un céntimo en mis capacidades como cantante, como música, como actriz. Yo lo tomé como un desafío, cada vez que me decían que no, le ponía el pecho a esto que es una carrera muy difícil.

La vigencia se convirtió en una de tus aliadas.
Debo ser uno de los pocos artistas privilegiados, que después de tantos años de carrera mantiene la vigencia, pero además el beneplácito de la gente. Soy una agradecida a Dios y a la vida por todo lo que me sigue dando después de tantos años de música compartida con la gente. A esto lo mido en mis shows, siempre pregunto quién viene por primera vez, quién no me vio nunca, y te diría que un porcentaje altísimo de los que levantan la mano son jóvenes.

Los biógrafos que se ocupan de tu carrera tienen la dificultad de definir tu estilo o de encasillarte en un género. ¿Cómo lo definirías vos misma?
Es difícil porque yo hice de todo. Creo que un artista completo puede crecer por diferentes caminos, buscando otras posibilidades, porque te abren el horizonte y te mantienen joven. Yo me podría haber quedado toda mi vida cantando ‘Mentira’, pero hubiera sido quedarme en el pasado. Yo no reniego de ‘Mentira’ porque me ha dado de comer muchos años y es una balada fantástica que me ha dado mucha popularidad, pero lo que más me gusta es reinventarme siempre. Más allá de los géneros, creo que un artista, si expande su horizonte, tiene más probabilidades de subsistir. No es casual que yo siga llenando teatros, me rompo el alma para que eso pase.

Hubo un momento de tu vida en el que cantabas en inglés, en el grupo ‘The Expression’. ¿A eso te referís con ser amplia?
Antes de eso yo hacía rock. Cuando estaba haciendo ‘Hair’ era una hippie, lo que me faltaba era vivir en comunidad y no lo hacía porque no me gustaba (Risas). Hacía rock cuando el rock era under. Era rock de los ‘70 en los sótanos, con el Flaco Spinetta, con el ‘Negro’ Rada, con Horacio Fontova. Después me pasé a hacer baladas, pero mi esencia está en el rock. Es un poco lo que le pasó de grande a Patricia (Sosa). A mí me pasó de chica, empecé a hacer baladas porque (Héctor) Cavallero me llevó por ese camino y no me quejo porque soy la creadora de un estilo en Argentina.

¿Es cierto que elegiste el apellido ‘Lynch’ buscándolo al azar en una guía telefónica?
Sí, es cierto y a Valeria lo elegí de una novela llamada ‘Los Hermanos’, donde Dora Baret, era la protagonista. Debo haber tenido 14 años cuando lo elegí.

Si alguien por la calle te llama María Cristina Lancelotti ¿Te das vuelta?
No me daría vuelta ni loca, y si alguien me llama María Cristina, lo miro preguntándome de dónde me conoce, porque tiene que ser de mi infancia (Risas). Ni mi vieja me dice María Cristina. Y nadie me dice Vale, yo odio que me digan así. Todos mis afectos, todos los que me conocen me dicen ‘Val’.

 

Un ‘Carnaval de estrellas’ en Carlos Paz

Valeria Lynch protagoniza por estos días una importante puesta en escena en Carlos Paz. Se trata de ‘Carnaval de Estrellas’, revista donde comparte elenco con figuras como Jésica Cirio, Flavio Mendoza, Raúl Lavié, Campi y el ‘Bicho’ Gómez.
“Estoy re feliz porque es la primera vez que hago una temporada larga en Carlos Paz. Me encanta Córdoba y nunca me habían llamado para hacer algo. Nunca es tarde, así que estoy chocha”, sostiene.

Realmente es un carnaval de estrellas, te toca estar muy bien acompañada…
Sí, lo tengo al ‘Negro’ (Raúl Lavié) que es mi amigo de toda la vida, mi padrino de boda y a quien quiero muchísimo. Creo que es un ‘elencazo’, está el ‘Bicho’ (Gómez), Campi, Jésica Cirio, Flavio Mendoza. Es una revista divina, estoy muy contenta.

Llama la atención ver una misma revista reuniendo a dos grandes de la canción.
¿Viste qué cosa rara? Yo creo que está cambiando un poco el concepto de la revista. Por supuesto que está la vedette, que es Jésica, y las bailarinas, que son divinas. Pero ésta es una nueva revista. Las revistas ahora no tienen la estructura de años atrás, que era el capocómico, la vedette y la media vedette… Ahora nosotros los cantantes dejamos de ser la atracción, para ser los protagonistas. Es algo nuevo, algo distinto que también tiene que ver con el Music Hall y no pierde la comicidad de la revista porque están el ‘Bicho’ y Campi, que hacen desastre.

¿Crees que este nuevo formato tiene que ver con una tendencia de espectáculo marcada por la televisión, con programas como el de Tinelli?
No sé muy bien con qué tiene que ver. Creo que las épocas cambian y las modas también. El espectáculo también va mutando y va buscando nuevos caminos. Si bien no se pierde la comicidad y lo de las chicas lindas arriba del escenario, sí se van buscando nuevas formas de competir. Creo que Daniel Comba es un empresario que se arriesga para hacer un espectáculo que tiene todos los ingredientes de la revista, pero que además incorpora elementos del Music Hall, donde entramos el ‘Negro” Lavié, yo y Flavio Mendoza.

¿Cuál considerás tu primer éxito?
Te diría que tengo muchos éxitos en mi carrera, pero también tuve muchos fracasos. Yo empecé en el musical “Hair”, donde se marcó un movimiento como fue el hippismo en el mundo, el ‘Flower Power’. Yo tenía 18 años, empecé llenando dos funciones diarias y creo que eso es algo contraproducente para una adolescente, porque en esa etapa uno se lleva el mundo por delante. Yo pensaba que al teatro lo llenaba sola. Fueron dos años de un éxito descomunal y después de eso realmente comenzó la lucha en esta carrera. Al día de hoy sigo luchando.

Antes de ese primer éxito tuviste tu bautismo en La Botica del Ángel.
Sí, yo empecé en La Botica, con el gordo Bergara Leumann, que me dio una mano terrible. Me escuchó cantar y me dijo: “nena, vení a cantar conmigo”. Yo era re jovencita y tuve la suerte de empezar de la mano de este gran creador de artistas.
Ahí me fue a ver Alejandro Romay y lo primero que dijo fue: “quiero a esa chica para que venga a cantar a mi canal”, y realmente fue el primero que me dio la oportunidad grande de empezar a ser popular en televisión. Estoy eternamente agradecida y siempre se lo recuerdo.

“Quiero a Valeria Lynch” también dijo uno de los más famosos directores y productores del teatro norteamericano, Harold Prince. ¿Cómo se dio aquella convocatoria?
Trabajé dos veces para él, primero haciendo ‘Evita’, en México y luego en ‘El beso de la mujer araña’. Él muy poca veces repite sus artistas, así que para mí fue un privilegio muy grande. Recuerdo que cuando los productores de ‘El beso de la mujer araña’ hablaron con él, Harold Prince les dijo: “yo lo hago, pero quiero que esté Valeria Lynch”, y de esa manera fui la única que no dio una audición para ese musical tan fantástico.

En 1985 te impusiste a La Toya Jackson obteniendo los premios ‘Mejor intérprete’ y ‘Mejor canción’, en el Grand Prix Festival Yamaha de la Canción, en Tokio. ¿Cómo recordás esa hazaña?
Eso fue mágico. Un directivo de la Phonogram, la compañía para la que yo grababa, me comentó que estaban audicionando para el Festival Yamaha y me preguntó si quería participar. Le dije que sí y me guardé el formulario con las bases. Luego viajé a Los Ángeles para grabar un CD y ahí decidí no incluir una canción compuesta por mí, que se llama ‘Rompecabezas’ y la envié al concurso el mismo día que cerraba la convocatoria.
Los japoneses me mandaron un telegrama diciendo que la canción había quedado seleccionada entre más de 2 mil temas. Luego pasó a estar entre 25 canciones, que fueron las que compitieron, y finalmente gané.

¿Es cierto que el jurado tuvo que lidiar con la presión de Michael Jackson a favor de su hermana?
Sí, hasta ese momento Michael Jackson no había estado nunca en Japón, pero el día de la final presentó un video en el que felicitaba a La Toya, diciendo: “Saludo a mi hermana que ganó”. Entonces cuando me tocó cantar en el festival, el jurado se le dio vuelta al presidente del mismo, Genichi Kawakami, y le dijeron que si tenían que votar condicionados, se retiraban. Finalmente me votaron a mí como Mejor Intérprete junto con Italia y como Mejor Canción. Yo me morí (sic). Imaginate que estábamos solos, nadie nos conocía.

¿Cómo fue el trato de la prensa luego del festival? 
Recuerdo que en el mismo festival yo quería que un periodista de la agencia de noticias EFE, me entrevistara y me dijo: “¿Tú quién eres?”. Le expliqué que me llamaba Valeria Lynch y que representaba a Argentina. El periodista me dijo que no tenía tiempo, entonces le dije: “Ah bueno, yo voy a ganar, cuando gane y usted me quiera hacer una entrevista, no se la voy a dar”. Cuando finalmente gané, este señor se me acercó y me dijo: “¡Qué divina! tenías razón, ibas a ganar, ¿vamos a hacer una nota?”. “No, no puedo, estoy muy ocupada”, le respondí. Y no le di la nota. Mirá qué mala que soy (Risas).

Más adelante compartiste escenario con Ray Charles, Rod Stewart, Tina Turner y Plácido Domingo, entre otros. ¿Qué recuerdos tenés de esos momentos?
Es impresionante. Yo estaba como en un sueño, porque los artistas también somos cholulos de otros artistas. En Los Ángeles, cuando fui a hacer la versión latina de ‘We are the world’, estaban todos los artistas que te puedas imaginar y apareció Quincy Jones, que fue productor de Michael Jackson, un musicazo y para mí es un capo. Yo estaba como loca pidiéndole un autógrafo hasta que lo conseguí y aun lo guardo.
También tuve la oportunidad de cantarle dos canciones a Liza Minelli cuando estuvo en Argentina. Ella me aplaudía de pie y me decía ‘te amo’. Imaginate que Liza me diga eso a mí, fue muy groso.

¿Cuál es tu cantante preferido?
Para mí, Mina (Mazzini) es la cantante más grande que existe, la más imponente, la más técnica, la más aggiornada. Tiene más de sesenta años y cuando la escuchás cantar parece de veinte. Es un placer escucharla, es la cantante que más admiro, yo aprendo mucho de ella.

¿Qué escenario recordás con más cariño?
Las Vegas y el Carnegie Hall de Nueva York, adonde canté tres veces. Muy pocos latinos han llegado ahí. Una de las veces que canté había un periodista del New York Times, que luego escribió una nota en la que me comparaba con Barbra Streisand y Whitney Houston, entre otras. Yo casi me muero, nunca esperé una crítica de esa naturaleza y en un diario tan prestigioso.

“Encontré al amor de mi vida”

En la vida de todo artista, el papel de la familia ha jugado siempre un rol determinante. Valeria atravesó por diferentes etapas, de todas asegura haber disfrutado y aprendido, pero para ella el presente es un premio y se muestra sumamente agradecida.

 

¿Qué papel jugó lo artístico en tu niñez?
Desde el colegio, yo era la que recitaba en los actos escolares, la que siempre cantaba en los coros, la que llamaban para las fiestas…

¿A qué se dedicaban tus padres?
Mi papá trabajaba en una compañía cinematográfica, él era el presentador de los números vivos que había antes de las funciones y gracias a él conocí a mucha gente del espectáculo. Mi mamá tiene una voz increíble. Ella no pudo concretar su carrera de cantante porque en su época de juventud estaba mal visto que una mujer fuera artista. Pero mi mamá ve todo lo que no pudo ser reflejado en mí, en mi carrera.

¿Cuál es la importancia de la figura de Héctor Cavallero en tu vida?
Héctor fue como mi mentor, fue una persona que me ayudó muchísimo y fue sumamente importante para mí, pero creo que crecimos a la par en esta profesión. Al lado mío él también fue creciendo como productor. Yo siempre lo destaco. Desde que me separé de él hace 14 años, me manejo sola y aprendí muchísimo gracias a Héctor.

Tu hijo Federico heredó tu amor por la música…
Sí, Federico tiene un dúo que se llama “Layfe!” y me acompañaron en el Gran Rex. Él es un musicazo, un capo, un guitarrista bárbaro, arreglador, sonidista…

¿Le sirve o le juega en contra ser hijo de Valeria Lynch?
Él jamás aceptó que yo le presente a alguien, sí acepta consejos artísticos. Me dijo “vos sos mi mamá, y yo quiero hacer mi carrera solo”. A mí me parece buenísimo eso, porque habla de su calidad de gente. Cualquiera se podría haber aprovechado del momento y la ocasión.

Tu otro hijo salió al padre…
Sí, Santiago heredó la parte de Cavallero. Es productor de La Trastienda, hace eventos, un capo. Entre los dos tenemos completo todo lo que tenga que ver con el espectáculo.

Termina tu gira, tus conciertos y de repente te encontrás en casa sin compromisos… ¿Cómo aprovechás ese tiempo?
En casa me gusta disfrutar de mis hijos, de mi familia, de mi marido, de ver alguna película; me gusta escuchar música, me gusta leer, soy coleccionista de libros de ciencia ficción: tengo de Ray Bradbury, Orson Welles, Asimov…Cuando no estoy con el vértigo de hacer un show, me pongo a leer. No hay nada que me guste más que todo lo que tenga que ver con el futuro y la ciencia ficción.

¿Cocina o delivery?
Me encanta cocinar y cocino muy bien. Creo que la cocina tiene mucho que ver con la creatividad, así que me gusta inventar platos, y en mi familia son como conejitos de india. También me ha tocado hacer asado para treinta personas. Todos los lunes tenemos una reunión en casa con Patricia Sosa, Oscar Mediavilla, Hugo Gómez y varios amigos más, y yo los agasajo. Con Patricia somos muy amigas.

¿Cómo transcurre ese flamante matrimonio?
Estoy muy contenta de haber tomado la decisión de casarme con ‘Cau’ (Osmar Bornes), porque es el marido ideal. Es un orgullo haber encontrado una persona tan compinche, tan compañera. Estamos los dos muy enamorados y creo que a esta edad es difícil encontrar a alguien para toda la vida. Para las mujeres grandes, cuando el amor les golpee la puerta, digan que sí, no se desalienten, no hay que dejar pasar las oportunidades. En este caso, yo encontré al amor de mi vida.

Y ese amor vino con yapa…
 Sí, vino con premio, Taís, una nena divina, que es mi nena del corazón y nos adoramos, así que somos una nueva familia muy completa. Taís y ‘Cau’ se integraron a mi familia, que son mi mamá, mis dos hijos, la mucama y la perra. Yo digo que somos ‘Los Campanelli’.

¿Cómo hacés para lucir siempre tan enérgica?
Esa es una de las cosas que me caracterizan. Gracias a Dios mantengo mucha energía. Yo soy una mina grande, pero tengo el espíritu muy joven. Eso es heredado, mi vieja es una señora de 90 años y tiene un espíritu tan joven… A veces cuando vuelve de alguna fiesta familiar dice “Ay, qué aburrido estuvo todo, nadie bailó”. Así soy yo también.

Así es Valeria Lynch, una cantante inigualable, auténtica, casi inabarcable y que cuenta con el beneplácito de la gente, franco jurado que define el ser o no ser de un artista.