Entrevista a Ada de Morales, madre de María Soledad
Por Marcos Calligaris

Las multitudinarias marchas del silencio quedaron lejos. Luego de la sensación de una justicia a medias, una madre, una familia, continúan luchando por justicia y contra el olvido.

Ada Rizzardo de Morales no una es mamá corriente.

Hace 17 años, en uno de los casos policiales más tristes y resonantes de la historia argentina, alguien acababa con la vida de su hija María Soledad.
Ocurrió el 8 de septiembre de 1990. María Soledad Morales cursaba el último año del secundario y luego de concurrir a un baile estudiantil en la ciudad de Catamarca, apareció muerta dos días más tarde al costado de una ruta.
La joven padeció las aberraciones más impensadas e incompresibles que puede llegar a perpetrar el ser humano contra uno de sus pares, y los “hijos del poder” quedaron en el centro de las sospechas.
Pero tan aberrante como el crimen mismo fue el silencio y el encubrimiento político, policial y judicial que se montó en torno al crimen y fue ahí donde la fuerza, el ímpetu y el dolor de una madre junto a un pueblo impotente pusieron el silencio en movimiento y la indignación en marcha, logrando el esclarecimiento del homicidio, dejando de manifiesto las condiciones semi-feudales de ejercicio del poder en Catamarca, con la caída de un gobierno enraizado en el poder por más de 40 años.
Pero el dolor de una madre no cesa. “Hubiera preferido seguir siendo la mamá desconocida y que gobierne quien gobierne, pero tener a mi hija”, confiesa Ada con apenas un hilo de voz”.
A 17 años de aquel crimen, de aquella pérdida irreparable para la familia Morales y con motivo del día de la Madre, hablamos con Ada de Morales, quien aferrada a la Fe, todavía reclama el esclarecimiento total del encubrimiento que se montó en torno al asesinato de su hija.
Nada le devolverá a María Soledad, quien hoy tendría 35 años, pero mientras viva seguirá luchando incansablemente por una verdadera justicia, lo máximo a lo que cree poder aspirar en la vida terrenal, ya que considera que “el dolor recién se acabará cuando uno cierre los ojos para siempre”.

¿A qué se dedica hoy?

Yo soy ama de casa. Tengo el título de Maestra Normal Nacional, pero ejercí hasta que nació mi cuarta hija, Ada. Luego tuve que dejar porque tuve muchos hijos y no podía salir a trabajar. Tengo siete hijos –cinco mujeres y dos varones-.

Su marido, el señor Elías Morales, ¿tiene alguna ocupación?

No, él está jubilado. A veces limpia la quinta o hace algunas soldaduras.

¿Cómo es un día de los Morales?

Yo me levanto a las 6 de la mañana porque tengo que mandar a la escuela a uno de mis nietos que vive con nosotros. Después limpio, lavo los platos y hago todos los quehaceres domésticos, cocino y espero a que los chicos vuelvan del trabajo y del colegio para darles el almuerzo. Por la tarde, siempre tengo tareas del hogar que cumplir.
Mi esposo también se levanta muy temprano y limpia la quintita que tenemos en el fondo de la casa y planta algunas verduras.

¿De qué viven los actualmente?

De la jubilación de Elías y de la ayuda de nuestros hijos.

Gente de todo el país se solidarizó con ustedes…

Si. A mi casa vienen muchas personas a visitarnos. A veces vienen excursiones con gente de otras provincias. Nosotros nunca nos negamos a recibirlos porque somos agradecidos del pueblo, no sólo de la gente de Catamarca, sino de todo el país porque nos ayudaron mucho con oraciones, con tantas cartas, con tantas palabras de aliento.

¿Qué tipo de gente se acerca?

Son generalmente personas que han sufrido mucho a la par mía cuando fue lo de Sole, y sufrieron tanta impotencia de ver lo que nos pasaba, a nosotros, una familia de origen muy humilde.
Yo siempre me digo: “ha habido tantos casos en este país, tantas María Soledad muertas y no puedo dejar de preguntarme qué pasó con mi hija, qué pasó que el caso movió tantas cosas y trascendió las fronteras del país. Movió cerros y montañas.
Hoy día veo otros casos en los que hay muerte, injusticia y me duele mucho. Siempre pienso en esa mamá, que va a sufrir lo mismo que Ada Morales sufre desde hace 17 años. Me pongo a la par de ellas porque lamentablemente en nuestro país la víctima es la culpable.

El dolor se potencia más con el encubrimiento que hubo después…

Creo que lo más triste y doloroso para toda mamá, es el desprestigio. Eso es algo terrible, algo imperdonable a personas que a veces hablan tratando de justificar lo injustificable.

 

Una herida abierta

El tiempo pasó, las hermanas menores de María Soledad -que al momento del crimen tenían sólo 5 años- hoy cuentan 22. Analía y Claudia, sus nombres, son mellizas y hasta el día de la pérdida de su hermana iban al jardín de infantes. María Soledad se encargaba de llevarlas todos los días y hoy, las más chicas de los Morales tienen muchos recuerdos, muchas fotos, pero principalmente deben reconstruir su historia a partir de los comentarios de su familia.

¿Sus hijas más chicas le preguntan qué sucedió con María Soledad?

Si, a ellas les toca vivir una dura experiencia porque a veces, en determinados lugares escuchan hablar cosas de María Soledad, entonces vienen a preguntarme de qué se trata lo que les dicen, qué papel jugó determinada persona en aquel momento, y se sienten molestas.
Los que me preguntan mucho hoy en día sobre Sole son mis nietos, que ya están grandes. El mayor ya tiene 16 años. A veces pasamos por el lugar donde encontraron a mi hija, donde hoy hay un monolito y me preguntan por qué. Entonces con mucha inteligencia y usando la psicología trato de responderles, porque yo no quiero que mis hijos ni mis nietos guarden odio y rencor. Siempre les digo que cuando uno es creyente, sabe que cuando alguien obra mal, o le hace daño a alguien, ese daño se le vuelve en contra.

¿Cuál es el estado de la causa por el encubrimiento de la muerte de su hija?

Para empezar, en enero de 2005, entre gallos y medianoche, se aprobó una ley que dictamina la prescripción de las causas luego de pasado un determinado tiempo. De todos modos a mí nunca me llamó el juez que tenía a cargo la causa para informarme de la prescripción de la misma.
Luego, el pensamiento personal que tengo como mamá, es que han dicho “Bueno, condenamos a Tula y a Luque, y con eso se terminó todo el caso Morales”. Eso a mí no me llenó, siento que no hubo justicia total. El encubrimiento fue tan triste, tan terrible y tan aberrante como el hecho mismo y resulta que hoy, gente como el ex jefe de policía, el comisario Ferreyra, quien ha sido el artífice del encubrimiento, camina por la calle sobreseída.
Hubo una mano negra, o algo extraño que quiso demorar todo para que el tiempo pase y la causa prescribiera.

La causa por encubrimiento comenzaba por la cúpula de la policía provincial,  involucraba a las autoridades provinciales e incluso alcanzaba al propio presidente Carlos Menem…

Si, también implicaba a gente del sanatorio donde estuvo mi hija. Durante el juicio quedó al descubierto que a María Soledad le hicieron una operación para intentar reanimarla. Los especialistas que vinieron de Buenos Aires llegaron a la conclusión de que esa técnica no pudo haberse hecho en otro lugar que no sea un sanatorio y por personas profesionales.

¿Le es imposible abstraerse por algún instante de semejante dolor?

Mientras puedo ocuparme quizá no es tanto, pero como estoy prácticamente sola en mi casa, en algún momento veo algo u ocurre algo y yo lo relaciono directamente con mi hija. Cada vez que veo que en Argentina violan a una chica, ahí nomás hago la relación y es muy triste. Creo que el dolor recién se acaba  cuando uno cierra los ojos para siempre.

¿Es consciente de que su lucha hizo caer a todo un gobierno?

Acá cayó un gobierno de 40 años. En Catamarca hubo un antes y un después de María Soledad, pero hubiera preferido seguir siendo una mamá desconocida y que gobierne quien gobierne, pero tener a mi hija. Quizá hoy habría tenido nietos de parte de ella. Vería su alegría, su sonrisa.

Siempre me pregunto por qué me tuvo que pasar esto a mí. Y bueno… quizá algún día tenga alguna respuesta.

¿Cómo hizo para mantenerse en pie, pese a todas las circunstancias negativas?

A veces siento que existe una conexión de madre e hija entre ella y yo. Siento que muchas veces estuve a punto de quebrarme, caerme, y siento esa luz poderosa que viene del más allá y me dice ‘arriba mamá, arriba, arriba’. Entonces sigo y a veces estando sola empiezo a acordarme de todo, de cada detalle, desde el primer momento en que se fue; que no volvió; que la esperábamos; las denuncias; las persecuciones; los aprietes que teníamos y entonces vuelvo a la misma pregunta: ‘Dios mío, ¿por qué?, ¿cómo soporté tanto? Creo que es mi hija la que me ha dado fuerzas desde el primer momento.

La injusticia camina por Catamarca

Ada no oculta su indignación por la liberación de los asesinos de su hija. Luis Tula fue sentenciado a 9 años de prisión y ya cumplió su condena, Guillermo Luque fue condenado a 21 años de reclusión y hoy goza del beneficio de la salida laboral.

“En Argentina condenan a las víctimas y no a los verdaderos asesinos” afirma Ada, y continúa: “Una vez presos los empiezan a limpiar. Dicen que son buenas personas; que tienen buena conducta; los favorece el 2×1 y pronto ya están caminando por la calle como si no hubieran hecho nada.

¿Qué sabe hoy de Guillermo Luque?

Poco. Sé que tiene salida laboral. Capaz que ya esté libre y yo no lo sé.
Lo que si sé, es que ellos (Guillermo Luque y Luis Tula) han sido presos VIP. Estuvieron en celdas separadas, no estuvieron en los pabellones junto a los presos comunes, tenían un montón de chiches que no tenían los otros. La cárcel debería ser igual para todos.

Catamarca no es muy grande. ¿Le ha tocado cruzarse por la calle con personas implicadas en el crimen?

Un día lo vi a Tula y no le deseo a ninguna mamá del mundo encontrarse con el asesino de su hija, es terrible. Me quedé paralizada, creía desmayarme, como si me hubieran clavado un puñal en el corazón al ver al asesino suelto, caminando libremente, mientras que los Morales quedamos destruidos para toda la vida. En otra oportunidad me topé con el médico que está sospechado de haberla recibido en el sanatorio cuando ella llegó en coma cuatro, y le juro que me dio lástima, cuando me miró parecía que le brotaba sangre de la cara, no sabía qué hacer. Es más tremendo para ellos verme a mí, porque tienen la conciencia sucia.

¿Está a favor de la pena de muerte?

Yo tengo mis dudas, porque podría haber un chivo expiatorio y le terminan dando pena de muerte a alguien que no tenía nada que ver.
Como cristiana pienso que si Dios nos ha dado la vida, es él quien tiene que disponer de nosotros.
Sí estoy de acuerdo con que existan condenas duras, con reclusión perpetua, y que no tengan ningún tipo de salidas.

¿Puede vivir en paz?

Vivo en paz porque con Elías hicimos lo posible y lo imposible para que se hiciera justicia. Hicimos lo que pudimos para que esta historia no se vuelva a repetir más en el país, pero la experiencia del dolor y del sufrimiento queda adentro del corazón. Como familia quedamos marcados para toda la vida. Es muy duro cuando llegan las fiestas de fin de año, algún cumpleaños o el mes de septiembre, que es el mes en que nació y el mes en que murió mi hija. Yo trato de sobreponerme, pero es muy duro.

¿Usted cree en la justicia divina?

Si. Uno día a día ve lo que pasa. Es como les digo a mis hijos “no hay que obrar mal en la vida, porque así como las cosas van, un día vuelven”. Tengo Fe y esperanza de que algún día se resuelva todo ya que el encubrimiento del crimen de mi hija quedó totalmente impune. 

Usted es un ejemplo. Usted sabe eso de mover cielo y tierra para encontrar justicia…

Ejemplo fueron son las compañeras de Sole, quienes con 17 años fueron las primeras en salir a la calle a pedir justicia junto a la Hermana Pelloni, incluso con el ex jefe de la policía parado en la puerta impidiéndoles la salida. Después se sumaron los padres, y yo debido a mi estado recién fui a la cuarta marcha.

¿Nunca pensó nunca en alejarse de Catamarca?

Siempre me han hecho propuestas y yo dije que no, porque acá tengo los mejores recuerdos de mi hija. Además yo no tengo por qué irme, yo no le hice daño a nadie. Vamos a seguir acá, firmes.

¿Le ofrecieron alguna vez un cargo político?

Si, incluso querían que formara una comisión en Catamarca y dije que no. Yo puedo acompañar a padres para pedir justicia en una marcha, pero no me gustaría formar comisiones y mucho menos en política.

Desde su posición y su triste experiencia, ¿qué mensaje llevaría a una madre que atraviesa un dolor similar?

Ojalá esto no le sucediera a nadie en el mundo, pero a esa mamá le diría que luche, que no claudique. Cada mamá conoce a su hijo, cómo ha sido, cómo es, entonces hay que defenderlo. Si alguna desgracia tan terrible les llegara a ocurrir, hay que salir adelante, exigir justicia, y tratar de que los jueces, los que entienden las causas, les den a las madres una explicación de lo que pasa, no como a mí, que nunca me llamó ningún juez para decirme lo que había sucedido.
Uno pierde a un hijo y peor, y más triste, es quedar con las manos más vacías al no tener justicia.

Tula y Luque, los asesinos

Por el aberrante crimen, el 28 de febrero de 1998, se condenó a Guillermo Luque a 21 años de prisión acusado de violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes. Hoy goza del beneficio de la salida laboral.

Mientras que el ex novio de María Soledad Morales, Luis Raúl Tula fue sentenciado a 9 años como participe secundario de violación y cumplió su condena.