Por Marcos Calligaris


11 de enero de 1968.
Un hombre se suicida largándose por la ventana de un edificio en Budapest. Las versiones indican que el móvil podría ser una canción. Una canción que induce al suicidio y que se habría cobrado ya cientos de víctimas.

La leyenda urbana nos traslada 35 años atrás de ese momento, cuando promedia 1933 en la mismísima capital de Hungría. Allí en la ‘Perla del Danubio’ el músico autodidacta Rezső Seress, acaba de componer la canción ‘Szomorú Vasárnap’, a la que su amigo László Jávor ha versado con un triste poema que refleja los horrores de la cultura moderna.

‘Szomorú Vasárnap’ fue un fiasco. Más que un fiasco podría decirse que pasó totalmente desapercibida. Su melodía no lograba cautivar al gran público húngaro, aunque  tres años más tarde comenzaría a ganar popularidad por un triste record: 17 suicidios fueron relacionados con la canción en poco tiempo y las autoridades locales decidieron censurarla definitivamente.

La relación entre las muertes y la canción se fue estableciendo a medida que se supo que aquellas personas habían decidido quitarse la vida durante o después de escuchar la melodía, aludiendo a ella en sus cartas suicidas y hasta se mencionaron casos en los cuales los difuntos fueron hallados con la letra de la canción en sus manos.

De este modo la composición de Rezső Seress se convirtió en mala palabra en la ciudad de Franz Liszt y Sándor Márai y el resto del mundo comenzaba a conocerla como “la canción húngara del suicidio”.

¿Qué misterio encerraba su melodía? Nunca se supo. Pero al escuchar el original es imposible no asociarla con la melancólica expresión de un tango o de un fado de la misma década. Su letra no producía menos morriña que la música y contaba la historia de un hombre cuya ruptura con su novia acabó con el sentido de su vida. Ella se fue y no dejó más que un “Domingo Triste”, tal es su traducción al castellano.

Lo prohibido se vuelve tentador

 

Bastó que prohíban ‘Szomorú Vasárnap’ en Hungría para que los comerciales de las discográficas estadounidenses la vieran como un potencial éxito.

Así fue como la canción se convirtió en la célebre ‘Gloomy Sunday’, que popularizó Billie Holiday en 1941.

A partir del momento en que la morocha de Filadelfia comenzó a interpretarla, la leyenda de la canción suicida empezó a instalarse con fuerza en la sociedad americana y en gran parte de Europa. Los periódicos y las radios comenzaron a hacerse eco de los suicidios que llovían por doquier. Otra vez la canción, ahora disfrazada de ‘Gloomy Sunday’, era motivo de misterio y temor.

Es importante mencionar que  muchos de estos rumores pocas veces fueron fundamentados y probados. Algunos arriesgados se animaron a aventurar que todo se trataba de una deliberada campaña de marketing; otros afirmaban que los suicidios se originaban en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que la famosa versión de Billie Holiday fue censurada por la BBC, tal como lo reveló años más tarde el periódico británico The Times. (1)

‘Szomorú Vasárnap’, se convirtió en un clásico. El himno suicida por excelencia. Fue ‘Gloomy Sunday’, ‘Domingo Triste’, ‘Sombre Dimanche’, ‘Ona pred ikonoi’, ‘Einsamer Sonntag’ o ‘Kurai Nichiyōbi’. Dominó la tierra.

La obra de Rezső Seress era la alegoría de la muerte en forma de canción y se propagó a través de la garganta de más de cien artistas consagrados, entre ellos Serge Gainsbourg, Heather Nova, Elvis Costello, Björk, Sara Brightman, Sarah McLachlan, Sinead O’Connor, Diamanda Galas, Lydia Lunch, Louis Armstrong, Bing Crosby y Sarah Vaughan.

Y además de muerte y temor, la canción inspiró películas como “La caja Kovak”, del director español Daniel Monzón; “Gloomy Sunday – una canción de amor y muerte”, del alemán Rolf Schübel, o el film japonés ‘Densen Uta’.

Muchas cosas se dijeron y se dirán acerca de ‘Szomorú Vasárnap’ o ‘Gloomy Sunday’. Escucharla genera cierto temor y en ese preciso instante uno desconfía de sus propios actos.

¿Qué le habrá sucedido a la gente que cayó bajó el poder de esta melodía maldita?

No lo sabremos, o quizás sí.

Pero hay un dato más. Un dato objetivo y escalofriante que deja abierto el enigma.

11 de enero de 1968. Un hombre se suicida largándose por la ventana de un edificio en Budapest. Las versiones indican que el móvil podría ser una canción. Una canción que induce al suicidio y que se habría cobrado ya cientos de víctimas.

Lo llamativo del caso es que quien engrosa la lista de presuntos suicidados al escuchar ‘Szomorú Vasárnap’, es su propio compositor, Rezső Seress.

 

1) El 6 de agosto de 2008, el diario The Times publicó un artículo titulado “La música censurada por la BBC”, en el que figura Gloomy Sunday, entre otros.