Por Marcos Calligaris

Aquella madrugada del 2 de mayo de 1967, el dios de la música tomaba un vermouth en una pizzería de Balvanera mientras tarareaba compases de ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’, la canción que acababan de componer John Lennon y Paul McCartney. El dios, piernas cruzadas, look hippie, pelo largo, no soltaba el faso mientras esbozaba una sonrisa al escuchar por radio que a los yanquis se les ponía brava en Vietnam.

Cuentan quienes lo vieron esa madrugada que, bastante chupado, no paraba de hablar del Verano del amor y del Flower Power.

No estaba solo, lo acompañaban algunos de sus discípulos. De repente el dios se puso de pie y tambaleando llamó a uno de ellos y le dijo: Tú eres Litto Nebbia y sobre ti construiré el rock nacional y las fuerzas del infierno no lo podrán vencer.

En seguida, Litto miró con complicidad a Tanguito que se acercaba y corrieron hasta el baño de hombres de la pizzería ‘La Perla del Once’, ubicada en la esquina de Rivadavia y Jujuy, donde concibieron ‘La Balsa’, la canción fundadora del rock nacional argentino y una de las primeras y más influyentes del rock iberoamericano.

Por entonces Buenos Aires era el Pandemoniun, la capital del infierno donde gobernaba de facto un militar de pacotilla, Juan Carlos Onganía, quien llegó a censurar hasta “La Consagración de la Primavera”, de Igor Stravinsky o el estreno en el Teatro Colón de la ópera de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Láinez. A los pelilargos apóstoles del rock no les quedó otra que habituarse a la censura, al exilio o la cárcel, donde eran abonados casi diarios. El Cordobazo arrojaría un manto de justicia años más tarde, pero esa es otra historia.

Puesta en marcha esta nueva era musical, hubo muchos profetas, algunos elevados a la condición de deidad, otros menoscabados. Tanguito, sumido en las drogas, terminó su vida a los 26 años en las vías del Ferrocarril San Martín.

Por su parte Litto Nebbia comenzó una prolífica carrera cuyo reconocimiento llegó y continúa llegando tras hacerse esperar un tiempo. ‘Litto Nebbia inventó el asunto, después venimos el Flaco y yo’, supo afirmar Charly García a Jorge Guinzburg en ‘Peor es Nada’, por si quedan dudas. “Hace falta ser muy genio y muy tierno para componer ‘Sólo se trata de vivir’. Gracias por ser nuestro ejemplo de compromiso y de ética con la música argentina. Gracias por marcarnos el camino por el que pasamos todos”, dijo de él Andrés Calamaro. Así, los halagos se multiplican. Y hasta el Estado lo condecoró: “antes me metían preso y ahora me nombran Ciudadano Ilustre de Buenos Aires”, reprocha Nebbia.

A los 62 años, Litto -nacido Félix Francisco Nebbia Corbacho, en el seno de una paupérrima familia rosarina-, cuenta con más de cien discos; arriba de mil cien canciones grabadas y experiencias musicales en bandas que van desde la mítica ‘Los Gatos’ al ‘Litto Nebbia Trío’.

Tus padres eran de origen humilde. ¿Pudiste ayudarlos con el progreso de tu carrera?
Desde que nací vivíamos en Rosario, en la pieza de una pensión hasta mis 16 años. Luego me fui para Buenos Aires y al tiempo, cuando tuvimos suerte con ‘Los Gatos’, lo primero que hice fue comprarles un departamentito y traerlos conmigo.

 ¿Tuviste tiempo para pensar en otra profesión, o desde muy chico sabías que ibas a ser músico?
Tuve esta suerte, este privilegio de que mis padres fueran muy artistas y me trasmitieran esta vocación con mucha pasión y fuerza.

¿Qué tiene Rosario para que surjan tantos músicos?
No hay una respuesta exacta. Pero intentando alguna te diría: ciudad con puerto, inmigración exagerada, gran movimiento… No es propiamente el interior, y no quiere parecerse a la Capital.

Te tocó irte a Buenos Aires para triunfar. ¿Crees que sigue siendo igual, o ahora hay más posibilidades desde el interior?
El músico tiene que viajar. A veces pienso que todo el mundo debería tener la posibilidad de viajar, de conocer. Se te abre el panorama de la existencia. Lo de tener que venir a la gran ciudad es en todo el planeta igual. Si estás en Brasil y querés tocar, te vas a San Pablo o Río de Janeiro. Si sos de Estados Unidos te vas a New York o Los Ángeles. Te vas en principio a donde está concentrado todo.

Tenés una hija, ¿a qué se dedica?
Miranda tiene 27 años y hace cine. Concretamente realiza los DVD que produzco para mi productora Melopea y Luminaria Films. También estudia Historia y está a punto de recibirse.

Hoy el rock en español es toda una institución. ¿Sentís orgullo de ser catalogado como el fundador del género o es una mochila pesada?
Me siento en el lugar donde debo estar. Esta profesión tiene sus cosas.
Por un lado recibís el cariño y elogio de gente que te quiere realmente, pero también, aunque sea en menor medida, el de tipos envidiosos.
Yo no me desbando para ningún lado. Trato de seguir el consejo de mi padre que decía: “cuando te digan que sos un genio, no les des bolilla…y cuando te digan que lo que hacés no vale nada…no les des bolilla”. Uno sabe bien en su corazón qué es lo que hace.

¿Cómo tomás los permanentes elogios de tus colegas?
Cualquier elogio es halagador. Pero a veces me quedo extrañado.
Muy pocos saben realmente todo lo que escribo y sus características originales.

La Balsa, según pasan los años

El popular sencillo ‘La balsa’, fue creado por Litto Nebbia y Tanguito en circunstancias poco habituales, en el baño de caballeros de la pizzería ‘La Perla del Once’ y es considerada la canción fundadora del rock argento.

‘Los Gatos’ la grabaron el 19 de junio y fue lanzada el 3 de julio de 1967, superando los 250.000 discos vendidos y desatando en Argentina el furor juvenil por el rock en español. Ha sido considerada por la Revista Rolling Stone y la cadena MTV como la mejor canción del rock argentino de todos los tiempos.

¿Cómo recordás aquella madrugada?
Tengo gran facilidad y espontaneidad para escribir, para tocar. Como que casi siempre estoy en vena. Lo que hice esa noche de ir para el baño, fue cuando Tango me pidió que lo ayude para seguir la primera idea que se le había ocurrido. “Estoy muy solo y triste en este mundo de mierda…” Es en ese momento que tomé la guitarra y de un tirón me salió el tema completo. Letra y música. Muchas veces me salen canciones de esa manera, esté donde esté. No quiere decir esto que no le dé importancia, pero la trascendencia comercial de “La Balsa” es tan grande históricamente, que siempre aparece alguien que quiere que le cuente alguna anécdota y en realidad podría contar anécdotas de todas mis canciones.

Hay quienes sugieren que el significado figurativo de esa balsa eran las drogas, otros dicen que era la libertad. ¿Cuál es tu visión?
No tengo problema en que cada quien le dé el sentido figurativo que se le ocurra, pero no es así. En esa época tenía la costumbre de escribir letras con metáforas sobre la libertad y cosas que me preocupaban. Usaba un lenguaje metafórico como si fuera un cuento o fábula para que no me las prohibieran. Había mucha censura. Si te fijás, casi al mismo tiempo que escribí ‘La Balsa’ para hablar de la libertad, que el tipo se quiere escapar de la ciudad, hacerse una balsa y salir a la mar, también escribí ‘El Rey lloró’, donde el campesino le demuestra al Rey, que a pesar de todo lo material que posee, no es feliz. Y finalmente escribí ‘Viento, dile a la lluvia’, donde nuevamente, para pedir por la libertad, el pajarito le dice a la lluvia que lo deje volar… ¿Más claro imposible, no?

Naufragar’ es una palabra clave en la canción, un fin. ¿Cuál era el sentido de la misma para ustedes en ese momento?

Naufragar para nosotros era sencillamente quedarnos despiertos hasta la mañana, divagando, charlando, componiendo. Vivir la vida plenamente. Cuando llegaban las primeras horas del día y veíamos que la gente pasaba corriendo apurada para ir a trabajar, nosotros sentíamos que habíamos sobrevivido a la noche… los náufragos.

La música te dio la posibilidad de construir una balsa. A 43 años de aquel momento, ¿sentís que lograste partir ‘hacia la locura’, naufragar?
Creo que casi todo lo hace la cabeza. El amor o el odio. La poesía o la guerra.
Uno se construye un poco hacia adentro, para no ponerse tan vulnerable frente a la verdadera locura diaria de la sociedad.

¿Habrá un nuevo regreso de ‘Los Gatos’?
No más. Sólo ese festejo de los 40 años que hicimos tocando en nuestra ciudad, Rosario y luego en el Gran Rex. Quedó el registro de ambas cosas en CD y DVD.

“Hay que ser consecuente con los ideales”

Si bien es unánime el reconocimiento a Litto Nebbia como piedra fundamental del rock nacional, él prefiere no creérsela y afirma no ser ni el ‘colonizador del rock’ ni ‘el que inventó todo’.

¿Cuál es entonces tu aporte al rock nacional?
Mi aporte es sumarle originalidad y buen gusto a la música popular de nuestro país.
También es propagar con mi actitud, que en la vida uno debe ser consecuente con sus ideales.

¿Cómo ves al rock nacional hoy, teniendo en cuenta que nació y brilló en un período de libertades acotadas?
Todo es muy comercial. Hay poca preparación, nada de profundidad. Desgraciadamente,  a veces cuando opino de esta manera, algunos creen que estoy en eso de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’. Para nada. Soy una persona que nunca para, que siempre está buscando algo nuevo para evolucionar y para emocionarse. Pero muchas de las cosas de hoy suenan muy ‘chafas’. Las letras son elementales. Pero no es responsabilidad tan sólo de nuestra sociedad argentina. Hay que comprender también las cosas por las que ha pasado nuestro querido país. Los años de dictadura fueron demoledores y relevantes para cómo siguió luego el futuro. En los ochenta comenzó un vaciamiento de cerebro y un sentimiento de individualidad que persiste y es mayor aún en estos días. Querido, con lo que te tiran por la cabeza los grandes medios como mensaje… ¿quién resiste? (Risas).
Ponete a pensar que en mi adolescencia lo mejor y más comercial eran The Beatles, calidad insuperable que nadie puede hoy discutir su vigencia.
Ponete a pensar que en la adolescencia de mis padres, lo mejor era Aníbal Troilo.
Prendé cinco minutos el televisor ahora y tenés la respuesta.

 ¿Cuál considerás tu canción más especial, la que más te llega?
No tengo una que quiera más. Para mí, las composiciones son los momentos que voy viviendo, lo que me sale porque tengo que comunicar, que transmitir. Luego, si hacemos balance o selección, seguramente te puedo señalar alguna que considere mejor que otra, pero que me guste una en especial, no.

¿Cuántos discos llevás editados?
La vez pasada estaba anotando cronológicamente un listado de todos los discos en que aparezco, con la idea futura de hacer un libro de grabaciones. No sólo en mis discos como solista, sino también donde aparezco como sesionista, arreglador o productor o músico invitado, pasé los 500 discos.

En ‘Noticias’ afirmaste que no podés vivir de los derechos de autor, aun habiendo grabado más de mil cien canciones. ¿En Argentina un músico vive sólo de sus presentaciones?
Muy pocos viven de su música – entre los que estoy yo, gracias a Dios- , pero es de la sumatoria de la actividad: de los Derechos de autor de las composiciones, de hacer arreglos, de escribir música para películas, de vender discos y realizar actuaciones.
Esto, lógicamente, exceptuando a quien transitoriamente la pega con un tema comercial, y en ese tiempo capaz que cobra muchísimo dinero, aunque no signifique que su música va a ser interpretada por 40 ó 50 años, o más tiempo.

Wild Cats, Los Gatos Salvajes, Los Gatos, Nebbia’s Band, Huinca, Litto Nebbia Trío… ¿tenés especial preferencia por alguna de las bandas que tuviste?
Absolutamente no. Cada etapa es casi cronológica a la vida de uno. Cada agrupación suena distinta y es valiosa, porque todos los seres humanos somos distintos.

“Siempre he logrado trascender con mis ideas personales”

Creador nato, Litto Nebbia no puede con su genio y además de seguir sumando canciones a su palmarés discográfico, hace años fundó su propio sello discográfico con el que evita tener que transar con las grandes compañías.

¿Estás trabajando en un nuevo álbum?
Estoy terminando un álbum doble, que se titulará ‘La Canción del Mundo’.
Pero también tiene el subtítulo ‘Chefchaouen’, que quiere decir Ciudad Antigua, y es un barrio de la Medina en Marruecos. Una foto hermosa de este lugar tomada por mi amigo Ricardo Murad, será la portada del álbum.
Aquí toco mucho con mi banda ‘La Luz’. También hay otros músicos invitados y algunas cosas que emprendí solo. Hay mucha canción nueva pero también regrabación de algunas viejas que han quedado perdidas. Muchas viñetas instrumentales que están enraizadas con la música étnica internacional. Desde pequeño vengo escuchando mucha música del mundo, no sólo rock, jazz, tango, folklore o bossa nova, también música del Mar Caspio, Turquía o Azerbaiyán. Cuando improvisan, cuando tararean el canto, lo siento muy parecido a lo que yo hacía con mis padres cuando era niño.
También estoy por la mitad de dos álbumes que saldrán en un libro escrito por el periodista Marcelo Gobello, sobre la música en Inglaterra y U.S.A durante los años ‘50 y ‘60. Uno de los discos es ‘Oldies & Psychodelic Years’ y el otro ‘The British Invasión’. Me va a encantar hacer en inglés -el idioma original- canciones que adoraba cuando tenía 13 ó 14 años. También lo hago, porque este libro y los discos, intentan reflejar que en esa época las canciones que llegaban a los primeros puestos del ranking,  se hacían famosas y millonarias, y no eran de mal gusto como hoy día.
Además de esto, estoy comenzando la grabación de un álbum de Silvina Garré. Me ha sorprendido diciéndome que quiere grabar un disco con todas canciones mías y que además toque y se lo produzca. Nada más placentero, ya que sigue siendo para mí una de las voces de mujer más originales y sentidas de nuestro país.

Con ‘Melopea’ has editado material inédito, música poco comercial para las grandes compañías. En una entrevista afirmaste que no sos “un mecenas, ni te llenás de plata”. ¿Qué te proporciona entonces tener tu propio sello?
El placer espiritual de seguir haciendo lo que me dicta el corazón y mi educación. Una verdadera vocación que tengo por el arte, inculcada desde muy pequeño por mis padres. Desde adolescente tuve la idea de llevar paralelamente muchas cosas al mismo tiempo, cosas que armonizan con un mismo concepto.
A veces encuentro gente que se extraña porque hago muchas cosas. No entienden de dónde saco el tiempo, cómo es que puedo grabar mis discos y llevar muchas veces la grabación de otros. Creo que cuando hacés algo que te gusta, que amás, el tiempo reloj no es el mismo que si trabajás en algo rutinario.
Ésta es una profesión en la que a diferencia de otro trabajo común, en vez de pensar ‘cuánto falta para irme, pensás, ‘cuánto falta para que empiece’.
El arte necesita libertad. Yo soy compositor, músico, productor, y siempre he logrado trascender con mis ideas personales. Se me ocurrió fundar un sello a mediados de los ‘70, porque me di cuenta que no iba a soportar tener que consultar con un directivo cómo es que voy a hacer el disco.
Que no se entienda mal. Puedo compartir lógicamente la estética, sonido o cualquier idea de producción, pero no puedo estar esperando para que me den el OK sobre qué, cómo y cuándo puedo grabar.

Hay que tener buen ojo para ser productor…
Recuerdo que un tiempito antes de crear Melopea, había producido el primer disco solista del gran trompetista Roberto ‘Fats’ Fernández (ya tiene 9 álbumes grabados en Melopea). Lo ofrecí y me lo rechazaron porque era instrumental y decían: ‘¿quién va a comprar un disco de un gordo tocando la trompeta?’. Hoy es un músico reconocido internacionalmente. Tuve la suerte de comenzar a grabar muy adolescente. Los discos que hice para compañías Majors internacionales, ya vendieron más de 10 millones de copias históricamente. ¿Alguien puede pensar que para grabar mi nuevo disco tengo que hacer un ‘demo’? A veces hago el chiste de que si hoy aparecieran Los Beatles, a lo mejor en alguna discográfica los harían esperar para atenderlos. Bueno, no es un chiste. En Londres, al primer sello que fueron Los Beatles a probarse, el director artístico los rechazó. Claro, después lo despidieron. En muchos lugares finalmente pasan las mismas cosas a veces.

 Así como la ‘Rolling Stone’ puso en tapa a ‘La ‘Mona Jiménez’ argumentando que lo que producía era ‘cultura rock’, ¿Hay alguna expresión en la actualidad que esté más cerca del rock que hacían ustedes en los ‘60?
Quizá hay una esperanza en bandas muy jóvenes, tipo ‘garage’ o bien las que admiran la época psicodélica o el Merseybeat.

¿Qué banda de rock nacional actual es la que más te gusta?
Me gustan algunas cosas de ‘Pez’, el dúo ‘Orellana-Lucca’, de Santiago del Estero y ‘Gonzalo Aloras’, de Rosario.

Volvamos a los ’60. ¿Es cierto que llegaron a meterte preso 20 veces en un mes?
En un mes y medio, creo… (Risas)

Tal como lo vaticinó aquel dios hippie, gracias a profetas como Litto Nebbia hoy el rock nacional es toda una institución y las fuerzas del infierno no lo pudieron vencer.

Ping Pong sobre artistas

Oscar Moro: entrañable e irremplazable músico.

Ciro Fogliatta: viejo compañero y gran músico.

Charly García: buen tipo. Ojalá se recupere.

Tanguito: un adolescente malogrado, con condiciones artísticas.

Spinetta: original músico y consecuente.

Fito Páez: talentoso y movedizo.

Andrés Calamaro: carismático, original y generoso.

Juan Carlos Baglietto: buen cantor. Tiene que salir a tocar más.

Sandro: un tipo muy querido por su humildad.

León Gieco: buena persona.

Miguel Abuelo: chispa artística. Desperdiciado.

Nito Mestre: amistoso y moderado.

Indio Solari: no sé de él.

Gustavo Cerati: correcto músico.