Entrevista a Gustavo Tobi, periodista y presentador
Por Marcos Calligaris

Está en el periodismo desde el año 1957. Su primera función fue como cadete en Radio Universidad a los 16 años. “Me hacía falta juntar  unos mangos, sobre todo para poder estudiar medicina”, cuenta Gustavo Tobi, quien terminó convirtiéndose en “el periodista cordobés de más larga trayectoria en la televisión cordobesa”.
Si bien es un símbolo de Canal 12, que por estos días festeja su aniversario número 50, Universidad sería el lugar donde un joven Tobi se rozaría con los grandes periodistas de la época. “En Universidad lo conocí a Sergio Villarruel, que era el jefe y a algunos columnistas de aquel entonces que eran Mariano Grondona,  Bernardo Neustadt, Efraín Bischoff y Eduardo Baltiérrez, que después fue embajador”, recuerda.
Finalmente llegó al 12, y durante mucho tiempo se desempeño como corresponsal de Canal 13 de Buenos Aires.
Cubrió personalmente hitos históricos como la llegada del hombre a la luna y el Cordobazo, hasta que comenzó a formar una recordada dupla informativa junto a Marcos Marchini.
Tobi lleva 41 años en el servicio informativo del canal del Cerro de las Rosas y se enorgullece del programa que presenta cada jornada. “Noticiero Doce es el más visto de Córdoba, porque 18 puntos de rating al mediodía, equivalen como a 40 de la noche”, asegura.
A los 68 años y abuelo de tres nietos, ha sabido adaptarse a los “cambios dramáticos” que se produjeron en el periodismo. “A mí me tocó vivirlos a todos”, asevera.
Amante del golf, la pesca con mosca, la música y la literatura, Gustavo Tobi desdobla sus tiempos, tanto en la vida como en esta entrevista, para dar lugar a las actividades que lo apasionan.
Retrato profundo a un ícono de la televisión cordobesa.

Luego de ser cadete en Universidad, ¿cómo llegó la primera oportunidad?

Cuando empezó Canal 10, en el ’61, me nombraron secretario general del noticiero, yo tenía 20 años. Luego en 1969, durante el Cordobazo, me negué a escribir lo que querían los militares en ese entonces. Habían mandado a un tenientito que nos quería dar órdenes y mi posición determinó la de todo el noticiero. Entonces nos revelamos y a mí me echaron. Me mandaron a cubrir el viaje a la luna y durante el mes que estuve en Estados Unidos, hicieron una reestructuración general y me sacaron la autoridad en el noticiero del mediodía. Finalmente me echaron en septiembre de ese año y en noviembre entré a Canal 12.

¿Cómo recuerda las coberturas en tiempos del Cordobazo?

En Canal 10 y Canal 12 la cobertura se hizo con cámara muda. Las únicas notas sonoras del Cordobazo las hizo Sergio Villarruel para Canal 13 de Buenos Aires. Ellos tenían auricones -cámaras sonoras muy caras y pesadas que funcionaban con batería de auto-. Cuando vieron las notas de Villarruel, lo mandaron a llamar para trabajar en Buenos Aires. Un día se produjo en Córdoba la toma de LV3 por parte de un grupo de locos de los tantos que había en aquel entonces y Víctor  Echenique, que era camarógrafo, me preguntó si podía hacer la nota yo para Canal 13. A partir de ahí ya me empezaron a tener en cuenta como corresponsal. Luego entré en Canal 12.

¿Cómo llegó a Canal 12?

Se había producido una vacante en el archivo y como todos los periodistas sabemos, lo importante es ingresar al Medio. Pero ya el primer día de trabajo hubo una necesidad y me mandaron a hacer una nota. Luego por mucho tiempo fui cronista de calle.

¿Pudo verse en Córdoba la llegada del hombre a la luna?

Sí, en Canal 12 hicieron un enganche a través de Canal 5 de Rosario, porque había un cable coaxial que llegaba hasta esa ciudad y así consiguieron transmitirlo en directo. Fue único, con una muy mala calidad, pero se pudo ver.

Y a usted le tocó cubrirlo personalmente. ¿Cómo recuerda esa anécdota?

Sí, el lanzamiento a mí me tocó cubrirlo de una forma muy particular. Estuve a una distancia de tres kilómetros aproximadamente.
Me habían mandado de Canal 10 y habíamos parado en Cocoa Beach, que está muy cerca de Cabo Cañaveral. Una vez que lo filmamos había que mandar el material a Argentina y eso era todo un trámite, porque había que recorrer 400 kilómetros hasta Miami en auto y desde Miami tomar un vuelo de Aerolíneas con escala en Panamá.
Haciendo ese trayecto en auto no llegaba a tiempo. Entonces yo había visto una base aérea y me presenté para hablar con el jefe, total al no ya lo tenía. Le conté lo que necesitaba, el tipo me miró y me dijo: “no hay problema, pero tiene que venir usted”. Dicho y hecho, me pusieron un casco, la ropa de piloto y me subieron a un caza. No alcanzamos a subir, que ya habíamos llegado a Miami. No me voy a olvidar nunca cómo me miraban en el aeropuerto, con el traje de piloto puesto.

Entonces pudo conseguir el avión de Aerolíneas…

Sí, lo conseguí. El tema era ganarle a Canal 12, que también había mandando un corresponsal. La cuestión es que de esa manera mi material llegó primero a Córdoba y salió una hora antes que el de ellos.

Pasó el tiempo, llegaron los grandes cambios y le tocó mostrar la caída de las Torres Gemelas, en tiempo real, desde un estudio en Córdoba

Sí, las Torres Gemelas se cayeron a las 9:20. Yo di la orden de poner el Canal al aire a los pocos minutos y se transmitió al instante.

¿De qué manera se vieron afectados los noticieros a los cambios en la inmediatez de la información?

La  inmediatez en la información está afectando cada vez más al resto de los medios. Los diarios siguen siendo importantes, pero internet y la televisión le quitan la sorpresa.
El tipo que está interesado en la noticia ahora la tiene al instante en TN, Crónica o en el BlackBerry. Entonces nosotros tratamos de hacer producciones propias, informes especiales. Te tenés que ir adaptando a los cambios dramáticos que se han producido en el periodismo y a mí me tocó vivirlos a todos.

¿Cuál fue el cambio al que más le costó adaptarse?

Lo que más me afectó y que me sigue molestando es el auricular de órdenes. Es lo más complicado, porque tenés que dividir el cerebro en dos. A veces estás dando una noticia y el productor está recibiendo otra por otro lado y te va contando lo que pasa mientras estás hablando. Si no tenés mucho oficio, no lo podés hacer.

¿Quién ha sido el periodista que más ha admirado?

En Córdoba, indudablemente Sergio Villarruel. Sergio inventó lo de hablar sin texto, porque antes todos los noticieros tenían locutores que leían.
Luego a nivel nacional, sentía admiración y la sigo sintiendo por Roberto Maidana. Yo no he conocido a un periodista más completo. Él podía hacer una crónica necrológica en diario o una transmisión de boxeo, de carreras de autos o de caballos; podía hacer una nota de color, una de política, podía relatar un partido de fútbol o de básquet. Sabía cinco idiomas y podía hacer cualquier cosa.

De los periodistas actuales, ¿quién la llama la atención?

Me gusta Sebastián Pfaffen, tiene un agregado especial. Por supuesto que también el ‘Negro’ Clariá. Tiene una precisión en el lenguaje que no la tienen muchos periodistas en el país. También me gusta Rony Vargas, los reportajes que hace son espectaculares y de la forma que él hace radio, son muy pocos los que pueden hacerlo.

Más allá de las cámaras

Gustavo Tobi es un amante de la pesca, del golf, de la música, de la juntada con amigos y escucharlo hablar de sus tiempos libres es un decálogo del buen vivir.
“El golf y la pesca con mosca están muy relacionados. Acabo de venir de pescar una trucha de 12 kilos en el Río Grande y para el año que viene quiero sacar una que me dijeron que pesa 18 kilos”, cuenta con el entusiasmo de un niño. Y brinda más detalles. “La pesca con mosca es muy difícil al igual que el golf, pero tienen cosas en común, el casteo (técnica de lanzamiento) tiene mucho que ver con el swing en el golf. Además tienen que ver con la filosofía propia de la vida”, afirma.

¿En qué podría diferenciar las dos actividades?

El que toma el golf sólo por figuración, es un ‘golfeto’ y lo reconocés de inmediato. En el golf conocés la verdadera personalidad de alguien cuando jugás con él. Hay tipos que parecen calmados y de repente en la cancha son energúmenos. Es como con los ‘mamados’, cuando un tipo está chupado, ahí lo conocés de verdad. En cambio en la pesca con mosca es muy raro que encontrés un energúmeno. Un tipo que pesca con mosca, seguro que es una buena persona, es así, puede haber una excepción en cien mil.

¿Qué le transmite la pesca?

Los pescadores con mosca amamos la naturaleza y somos observadores de ella, amamos las truchas, las pescamos y después las liberamos. A nosotros nos causa una profunda pena si se nos muere una.
La paciencia que hay que tener para atar una mosca, la observación de lo que tenés que hacer, o a la hora de castear, sólo se logra si estás muy tranquilo con vos mismo.
Y si no pescaste nada, te ponés a observar la naturaleza, a sacar fotos…

¿Va seguido a pescar? Desde Córdoba hace falta tomarse varios días…

Voy cada vez que puedo. Yo ya estoy en una altura de mi vida en que puedo hacer esas cosas. Fui en noviembre, diciembre, marzo y en octubre me voy a ir al Amazonas.

Cuando no tiene la posibilidad de salir a pescar o jugar al golf, ¿cómo se las arregla?

Soy una persona que ha estado siempre tranquilo y conforme conmigo mismo. Si no, la mejor compañía sigue siendo un libro, un buen concierto, buenos tangos, jazz, bossa nova, o ponerme a escribir. Tengo algunas cosas guardadas en borradores que a lo mejor algún día publico.
En el canal tienen orden de que si hay algo muy grande me avisen, pero sino, los viernes a la tarde yo me desconecto.

¿Qué es lo primero que hace cuando logra desconectarse?

Generalmente tengo muchas cosas para hacer. A veces juego al golf, o en el invierno voy a cazar y en verano están las excursiones de pesca con mosca. Y si no, lo más lindo es la reunión con amigos. Todos los lunes tenemos una reunión con un grupo de diez personas. Hay muchos que quieren entrar y no los dejamos. (Risas).

Una especie de Logia…

Casualmente, se llama ‘La logia del patio’. La cuestión de los amigos es muy importante.

¿Qué lugar ocupa la música?

Me gusta mucho cantar y canto bien. Cada tanto despunto el vicio y canto tangos o jazz.
El tema de la música para mí es muy importante, por eso éramos tan amigos con Marcos (Marchini), compartíamos muchas cosas. Pese a que todo el mundo lo tenía calificado como tanguero, y en Córdoba no conocí a nadie que supiera de tango como él, también le gustaba todo tipo de música.

¿Por qué no se dedicó a la música?

Tengo una guitarra en casa. Muchas veces pienso que si hubiera aprendido a tocar la guitarra, no hubiera hecho otra cosa más. Estaría tirado bajo un puente.

Volviendo al periodismo, poca gente en Córdoba puede jactarse de una trayectoria tan extensa.

Es que si te agrandás y te crees que sos estrella, pasás a ser fosforito. En periodismo es como dice el tango: “la fama es puro cuento”.

¿Hasta cuándo piensa trabajar?

Cuando cumplí los 65 años me preguntaron si me sentía bien, si quería seguir trabajando, Me dijeron “presencia, tenés, capacidad y público también, eso sí, cuando tengas 90 años,  estés en cama y se te esté saliendo un chorrito de baba, vamos a conversar…” (Risas)

¿Quiénes ve como probables reemplazantes?

A mí me ha costado mucho poner el noticiero donde está. No fue un esfuerzo sencillo. Además, lograr que lo que digás te lo crean y que si hay un poderoso vos lo hagás temblar con lo que decís, no fue fácil. Más de uno me ha llamado para preguntarme por qué digo tal cosa y le respondo que es la verdad.
A Rubén Daniele (titular del Suoem) le he parado el carro al aire, a Luis Juez también y los periodistas de Córdoba están todos embelesados con él. Me he peleado con los presidentes de la Nación cuando eran milicos, con todos, hasta con Alfonsín.
Los reemplazantes naturales podrían ser Lalo Freyre y Jorge Cuadrado.

¿Cómo ve desde su lugar la situación sociopolítica en Argentina?

Argentina es un gran Cromañón, por donde lo mirés. Tapa que levantás, está podrido.
No veo absolutamente a nadie, ni en la organización, ni en la ideología, a nadie capaz de animarse a hacer las cosas que hay que hacer. El último presidente que tuvo un proyecto de país, un programa general, se llamó Arturo Frondizi. Para 2011 no tengo ni la más mínima idea de a quién voy a votar.

Gustavo Tobi mira el reloj y se levanta raudamente. En instantes debe volver a trabajar, como desde 1957 cuando era cadete. Reboza de energía y la transmite instantáneamente, por eso está donde está.