Conflicto Turquía – Armenia
Entrevista a los embajadores de Armenia y Turquía en Argentina
Por Marcos Calligaris

No son pocos los historiadores que consideran al siglo XX, el siglo del horror. Un período violento, que con sus bombas atómicas, el napalm, los bombardeos masivos y sus daños colaterales, fue también y antes que nada, el siglo del genocidio.

El genocidio o asesinato de masas es un delito internacional que consiste en la comisión, por funcionarios del Estado o particulares, de actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo formado por personas con ciertas características comunes como pueden ser: nacionalidad, etnia, raza, religión, ideología, sexualidad, etc.

El término genocidio, que fue también utilizado durante el Holocausto Judío, es materia de controversia entre los Estados de Armenia y Turquía a causa de un hecho lamentable acontecido a comienzos de siglo.

Se trata  del “Genocidio armenio”. Se conoce así a la deportación forzosa y masacre de un número indeterminado de civiles armenios, calculado en más de un millón y medio, durante el gobierno de los Jóvenes Turcos, en el Imperio Otomano, desde 1915 hasta 1917, durante la Primera Guerra Mundial. Es generalmente considerado el primer genocidio sistemático moderno.

Aunque no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieran realmente (1), el gobierno turco no admite que se tratase de un genocidio, arguyendo que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a enfrentamientos, a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso periodo de la Primera Guerra Mundial. (2).

Revista Yas! quiso acercar posiciones entre los máximos representantes de los pueblos armenio y turco en Argentina.

Por un lado el Embajador de Armenia Vladimir Karmirshalyan. Por otro, el Embajador de Turquía Hayri Hayret Yalav .Un dialogo abierto donde, en lo único que coincidieron los oficiales diplomáticos, es en afirmar que entre ambas naciones “actualmente no existen las relaciones diplomáticas”.

Para Armenia existió un verdadero genocidio. Un genocidio que en palabras del embajador Vladimir Karmirshalyan se cobró la vida de “1.500.000 víctimas”, cifra “aceptada hoy internacionalmente”, agrega.

Sin embargo para el gobierno de Turquía, es difícil hablar de cifras cuando las mismas surgen de un hecho que no reconocen como tal.

La pregunta obligada entonces al embajador Turco, Hayri Hayret Yalav es, si no hubo genocidio, ¿de qué murió tanta gente como indican las estadísticas?

Hayri Hayret Yalav enuncia largo y tendido el argumento oficial del gobierno turco.

“La posición del gobierno turco en referencia a los alegatos armenios es que (las matanzas) fueron cometidas por ambas partes durante la lucha armenia por la independencia, la cual comenzó a fines de la década de 1880. La decisión otomana de reasentar a los armenios que estaban atacando al ejército otomano por la retaguardia mientras éste luchaba contra el ejército ruso durante la Primera Guerra Mundial, ha sido motivo de controversia. Al examinarla bajo la luz de las prácticas habituales durante la guerra, y que fueron repetidas durante la Segunda Guerra Mundial, los reasentamientos y las reclusiones en determinados centros eran prácticas habituales contra las personas sospechadas de ayudar al enemigo. Como es sabido, en el caso de los armenios, éste es un hecho establecido que comenzó durante la guerra otomano-rusa de 1877-1878”.

El representante turco prosigue. “Durante los reasentamientos, muchos evacuados perdieron sus vidas. Esto no constituye un genocidio de acuerdo con la definición de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de las Naciones Unidas, adoptada el 9 de diciembre de 1948, en su artículo 2º. El gobierno otomano no tuvo la intención de masacrar a los evacuados. De lo contrario, no se podría explicar la presencia de más de cincuenta mil ciudadanos turcos de origen armenio que aún viven en Turquía disfrutando de sus propias instituciones.
Siempre que hay una elevada pérdida de vidas humanas durante una confrontación, la cuestión del genocidio pasa a un primer plano, pero uno siempre debe poder probar la intención antes de categorizar una acción como genocidio. Esta es la razón por la cual la Corte Internacional de Justicia de La Haya no aceptó las acusaciones de genocidio para las masacres que tuvieron lugar en Srebrenica al emitir su fallo en el caso Bosnia vs. Serbia.”

Hayri Hayret Yalav concluye el argumento turco afirmando que “por lo tanto, no podemos categorizar como genocidio la pérdida de 30 ó 35 millones de vidas humanas durante las purgas stalinistas de fines de la década de 1930. O las acciones de los franceses contra los argelinos en la década de 1950, o las masacres de los estadounidenses contra los pueblos indígenas en los años 1820-1860, o muchos otros ejemplos que vienen a la mente.”

Ambas naciones tampoco tienen una opinión en común acerca de las consecuencias o derivaciones que puedan acaecer tras un hipotético reconocimiento del genocidio por parte del gobierno turco.

Mientras el gobierno Armenio habla de consecuencias de índole moral, ético, su par turco prefiere referirse a probables repercusiones legales.

En este sentido Vladimir Karmirshalyan sostiene que “para Armenia, el principal beneficio sería de orden moral y ético. El peso de la muerte de un millón y medio de armenios y la pérdida total de la cultura, las tradiciones y el legado histórico de los armenios occidentales es muy grande como para que el reconocimiento por sí solo no constituya el comienzo de una reparación histórica” afirma.

De la misma manera, el oficial diplomático armenio entrevé que para Turquía, el reconocimiento “será una forma de reconciliarse con su pasado y definir responsabilidades”, y agrega que “en el caso del reconocimiento, la República de Turquía y las autoridades actuales quedarán limpias de culpa y cargo, y las autoridades del Imperio Otomano y el Partido Unión y Progreso de los Jóvenes Turcos surgirán como los verdaderos responsables. Turquía se liberará del estigma de la culpa por el genocidio de los armenios y podrá ser aceptada sin condicionamientos en la comunidad de naciones civilizadas y, probablemente, en la Unión Europea,” concluye.

Hayri Hayret Yalav, en cambio, es precavido y sin ahondar en cuestiones hipotéticas prefiere atenerse a lo que dicta la justicia internacional. “Mientras no exista la decisión de una corte internacional o de un tribunal turco, no hay consecuencias legales,” enfatisa.

El papel de Argentina

El 12 de enero de enero de 2007 quedará grabado en la memoria de la comunidad armenia en Argentina. Aquel día, ley de por medio, se estableció que todos los 24 de abril se celebre en nuestro país el “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre todos los pueblos”, en conmemoración por Genocidio Armenio.

Aquella Ley Nº 26199 promulgada por el Poder Ejecutivo de la Nación Argentina no era una más, convertía a nuestro país en el tercero (Uruguay lo hizo en 1965 y Francia en 2001) que elevaba su reconocimiento oficial a la categoría de Ley del Estado.

En aquella oportunidad, el gobierno turco puso el grito en el cielo, expresando su rechazo por la aceptación argentina del término “genocidio”.

El sentimiento no ha cambiando hoy. Turquía siente impotencia ante la actitud argentina.

En ese sentido, el embajador turco, Hayri Hayret Yalav afirma que su nación tomó esta decisión “con un sentimiento de resentimiento, de injusticia. Nos sentimos excluidos y discriminados. Cuando esta resolución llegó al Congreso Argentino, se impidió a los funcionarios turcos presentar su versión acerca de estos alegatos. En jerga jurídica, esto se conoce como “kangaroo court” (tribunal desautorizado o improvisado), porque los acusados no tienen oportunidad de defenderse y donde el acusador, el jurado y el juez son lo mismo”.

Por último, Hayri Hayret Yalav agrega que esta determinación argentina, “ha afectado las relaciones políticas bilaterales”, con nuestro país, aunque “en términos de relaciones políticas multilaterales, de comercio, o las relaciones culturales, no ha tenido efecto alguno.

Evidentemente, el sentimiento para con la flamante ley argentina, tiene un significado diametralmente opuesto para Armenia.

“Armenia valora en alto grado el reconocimiento del genocidio armenio por nuevos Estados. Considera el hecho como un acto de consagración del respeto por los derechos humanos y por la justicia  y en contra de la impunidad”, afirma Vladimir Karmirshalyan. Y agrega que “las relaciones entre Armenia y la Argentina han sido excelentes desde el mismo momento en que se establecieron. Son relaciones que se asientan no sólo en la cooperación interestatal, sino en la tradicional amistad entre los pueblos argentino y armenio, muchos de cuyos refugiados sobrevivientes de los trágicos acontecimientos de 1915-1923 encontraron en este país el respeto y el afecto de que carecieron en su tierra milenaria.”

Genocidio, la palabra que puede cambiar toda una realidad

Mientras Armenia alimenta la esperanza de que el Estado turco reconozca algún día su responsabilidad por la muerte sistemática de 1.500.000 de compatriotas; el gobierno turco propone estudiar a fondo todos los alegatos armenios, para así tener la oportunidad de comprobar su versión de que los crímenes fueron cometidos “por ambas partes, durante la guerra armenia por la independencia”.

En ese contexto, Vladimir Karmirshalyan sostiene que “La impunidad eterna de los crímenes de lesa humanidad es un mito. La demora en la aceptación de las responsabilidades depende muchas veces del ordenamiento de las fuerzas en el plano internacional”,  y agrega que “Turquía ha hecho de la negación una verdadera política de Estado y comprendo que costará mucho convencer al pueblo turco de que era  mentira la inocencia de su país en el exterminio de los armenios del Imperio Otomano”.

Por su parte, Hayri Hayret Yalav asegura que “Turquía ha propuesto conformar una comisión conjunta para investigar toda la evidencia acerca de los alegatos armenios, de forma tal que pueda llegarse a una decisión conjunta sobre el resultado. Esta propuesta  no ha sido aceptada por Armenia.”

Algún día la comunidad internacional en su totalidad aceptará que existió un genocidio armenio, o quizás nunca.

Algún día este vocablo podrá ser utilizado para catalogar este conflicto, o quizás nunca.

Lo cierto es que 1.500.000 de personas perdieron la vida por causas que incluso muchos de ellos desconocían.

Y al igual que ayer, hoy el verdadero problema no es el empleo del vocablo, sino que en Irak o Afganistán sigan muriendo miles de inocentes.

 

 

Una degradación que se perpetúa

Por Mariano Saravia
Periodista, autor del libro ‘El grito armenio’.

Los delitos de lesa humanidad, se cometen contra toda la Humanidad, no sólo contra las víctimas. Los sufren, incluso sin saberlo, los mismos genocidas al degradarse por debajo de la condición humana tanto víctima como victimario. Y el negacionismo sistemático es parte de esa degradación. Por un lado es normal, ¿cómo va a admitir el genocida que quiso exterminar a un grupo humano? Busca excusas como que eran enemigos, que lo tenían merecido, que fue una guerra. Argumentos que conocemos de sobra en Argentina por nuestro pasado reciente. Pero que yo sepa, incluso en la guerra existen reglas; las deportaciones masivas y los asesinatos indiscriminados son delitos de lesa humanidad, en guerra o en paz. Además, está clarísimo que entre 1915 y 1923, lo que hubo fue un Estado (el Imperio Otomano) lanzado con toda su furia contra una parte de su propia población civil (el pueblo armenio). ¿Que pueda haber habido algunos grupos armados que se sublevaron y que lucharon por la independencia de la Armenia histórica?, puede ser. Pero siempre hay que distinguir cuando la violencia viene de un grupo armado hacia el Estado, de cuando viene del Estado en forma indiscriminada contra los ciudadanos. Y de esto hay abundante y contundente documentación, como por ejemplo los decretos y bandos militares de Talaat Paschá, Enver Pashá y Djemal Pashá, los integrantes del triunvirato gobernante, principales responsables del primer genocidio del siglo XX. Por otra parte, es impensable que se acepte una comisión que estudie si hubo o no un genocidio. Es exactamente igual que lo que plantea el presidente de Irán hoy, Mahmud Ahmadinejad, cuando pone en duda la existencia del Holocausto Judío. Imagínese usted que le violan y le matan a toda su familia, a todo su pueblo, y después viene el genocida y le dice que usted está loco, que está delirando, y le propone formar una comisión para ver si es verdad.

(1)”Q&A Armenian ‘genocide”, BBC News, 12 de octubre de 2006.

(2) Ángela Aguiló: “Ereván y Bakú acercan posiciones sobre el conflicto de Alto Karabaj”, Periodismo Internacional, 2005