Por Marcos Calligaris

Debutó en una revista porteña a los 18 años y no paró más.
Vedette, actriz, mujer Playboy, cuerpo de almanaque.
Se trata de María Fernanda Callejón, figura indiscutida de la farándula nacional, quien recientemente volvió a los primeros planos del rating en el exitoso ciclo (re)generador de figuras de Marcelo Tinelli, Bailando por un sueño.

Su carrera se forjó en Buenos Aires, donde reside desde hace 25 años. Allí en la gran metrópoli actuó en teatro, cine, televisión y logró una destacada notoriedad en los ’90, fama que se vio acrecentada con el mediático noviazgo que la unió con el entonces inseparable representante de Maradona, Guillermo Coppola.

Pero “La  Callejón” es más cordobesa que el alfajor, nació “en plena cañada, en la Clínica Chutro”, -confiesa con tono orgulloso- y transcurrió su infancia y adolescencia en Villa Carlos Paz.

Fernanda empezó a tomar clases de teatro desde chica. “Nunca me imaginé que iba a empezar como vedette. Entré por ese lado, me divirtió, me fue bien”, agrega.

Hoy a los 42 años, la cordobesa volvió a estar la primera plana y en una extensa entrevista nos cuenta todo acerca de su vida, de sus planes.

¿Por qué decidiste emigrar a Buenos Aires?

Quería venir a estudiar a teatro Buenos Aires, si bien ya lo hacía en Córdoba, tenía la idea de venir a trabajar como actriz y me mandé con la poca plata que tenía ahorrada. Cuando llegué, fui a buscar un material a la Editorial Perfil y me encontré con un bailarín de Moría Casán y me comentó que había audiciones. Así fue que llegué al Teatro Tabarís, audicioné y quedé. Después me enteré que iba a trabajar en una revista y así fue como empecé.

¿Tenías la certeza de que tu futuro estaba allá?

En aquel entonces no pensé que las cosas se me iban a dar tan rápido. No fue fácil para una cordobesa venir acá a los 18 años, sin mis padres. Además recién me separaba, me había casado muy joven. Mis viejos y mis amigos me decían “estás loca”, pero uno tiene una intuición, una vocación. Y también juega un poco el factor suerte y también depende de lo que vos provoqués, uno es parte de su propio destino.

¿Cómo recordás tu vida en Carlos Paz?

En Carlos Paz hice la primaria y la secundaria a la vez que estudiaba, y en el verano hacía todo lo que podía para juntar plata para estudiar. Hice de todo un poco, fui moza, trabajé en una heladería, fui empleada en una zapatería de mi hermana y estuve trabajando en la boletería del Teatro del Sol durante mucho tiempo.

Fue una vida tranquila, de chica de pueblo, porque antes no era una ciudad tan grande.

Actuaste en  cine, teatro, revistas… ¿qué es lo que más disfrutaste?

Disfruté todo el recorrido, fueron 15 años como vedette, y yo nunca en mi vida me imaginé ser vedette. Después de que debuté con Moria, empecé a trabajar con Porcel en televisión y no paré de hacer revista con Hugo y Gerardo Sofovich. Nunca me privé de hacer nada, ni cortometrajes, ni largos. Y cuando dejé las plumas, tenía otro desafío, el de venderme como actriz y que me crean lo que estaba haciendo.

¿Estuviste sin trabajo en algún momento?

Sí, pero muy poco tiempo. Luego de hacer la novela Enamorarte, con Celeste Cid y Emanuel Ortega, hubo un bache bastante largo, aunque nunca llegó al año, pero siempre estuve haciendo algo, un corto, escribiendo algún guión, o haciendo deporte.

¿Vivís con la presión de tener que estar siempre diva?

No, yo soy bastante relajada en ese aspecto. No soy diva para nada. Me parece que  las divas tienen como otro halo, otro estilo. No te voy a negar que viví muchos años del cuerpo, de la imagen y en esos momentos no estaba tan relajada.  Luego con la actuación me relajé un poco.

¿A quién considerás tu gran maestro?

Mi gran maestro fue Jorge Guinzburg, pero aprendí de todos, de Hugo y Gerardo Sofovich, de Arnaldo André, de Emilio Disi. En la actuación puedo nombrar a Oscar Martínez, Jorge Marrale, Cecila Roth, con cada uno aprendí algo.

¿Con quién tenés pendiente trabajar?

Quedan muchas asignaturas pendientes y cosas por hacer, por lo menos yo soy bastante camaleónica en mi laburo, me gusta hacer de todo. Creo que me falta trabajar con un montón de gente, me gustaría que me dirija Moria, o hacer teatro con Damián de Santo, que es un actor increíble. También me gustaría hacer un musical…

Seguramente ya debés tener algo armado…

No. Ahora con mi novio -Adrián Caetano- que es director de cine, estamos armando un programa de televisión en  canal 7. También estoy leyendo una película para hacer el año que viene, y tengo algunas propuestas de teatro que quiero evaluar.

 

Bailando de la mano Marcelo Tinelli

Desde que Marcelo Tinelli inauguró el ciclo de Bailando por un sueño, un verdadero vendaval de artistas inundó la pantalla de los argentinos. Algunos personajes eran poco conocidos, algunos eran consagrados, y otros como María Fernanda Callejón, volvieron de un letargo mediático. Todos gozaron de buen rating, y todos compartieron y comparten la competencia en nombre de alguna causa noble.

Fernanda quedó particularmente marcada a fuego por su lucha en nombre de la  Fundación DebRA Argentina, la cual ayuda a los niños con “piel de cristal”, nombre con el que también se denomina a la Epidermólisis Bullosa, una enfermedad congénita incurable, caracterizada por la fragilidad de la piel que tiende a lastimarse e infectarse en forma permanente.

¿Quedaste bastante enchanchada con la causa del sueño?

Me quedé muy enganchada a nivel humano. Yo sabía que iba a bailar por un sueño, conocí esa gente y me pareció que necesitaban mucho de nuestra ayuda. Imagino que si les puedo dar una mano diciendo unas palabras o poniendo mi cara, lo voy a hacer. Logramos un montón de cosas, creo que nadie conocía esa enfermedad y me gustó ser útil en su difusión.

¿Cómo es la trastienda del show de Tinelli?

Marcelo es un número uno, hace cinco años que tiene un producto que es increíble.

Y la trastienda del programa es muy adrenalítica porque cada performance que preparás es un estreno. Es un escenario donde las veces que vas en vivo es realmente en vivo, y cuando va grabado es un “falso vivo” muy bien logrado por toda la producción.

El certamen tiene todos los tintes que le gustan a la gente, y el formato se vive de una forma muy personal, cada uno lo vive como quiere y hay que estar muy pendiente del juego que te propone Marcelo.

¿La competencia entre las parejas de baile es real o armada?

Hay de todo. La competencia se va sintiendo más fuerte cuando van quedando cada vez menos parejas. Pero no es una competencia feroz, hay mucha gente  ahí y cada uno tiene su perfil muy definido. Yo sentí que con quien más competía era conmigo misma, porque no soy bailarina profesional y el desafío era encontrarme con la danza, poder armar una coreografía en tres días y dar un show de semejante magnitud.

¿Tenés una posibilidad concreta de volver a Bailando?

Hay un repechaje y la verdad que me gustaría volver, pero no sé en qué condiciones voy a estar contractualmente hablando.

¿Quién creés que va a ganar el certamen?

No sé, no tengo ningún presentimiento, porque todo puede ser ahí dentro.

¿Es real que el voto de la gente define?

Yo quiero creer que sí. A mí me sorprendió mucho ir a la votación telefónica con (Serafín) Zubiri, pero en el buen sentido. Él es una persona que recién están conociendo acá, un ejemplo de vida, un gran luchador. Me ganó por cuatro votos de diferencia. Uno hace lo que tiene que hacer y el veredicto fue ese, no hay que preguntarse demasiadas cosas.

En definitiva, tuviste un nivel altísimo de exposición durante tu participación en el programa…

Si, creo que fue el más alto que tuve en toda mi carrera. Además todos los programas viven de Show Match y están levantando todo lo que pasa ahí.

Chica Playboy a los 42

Pocas mujeres pueden jactarse de ser cinco veces portada de Playboy. Gracias a un físico privilegiado, María Fernanda Callejón volvió a mostrarse desnuda en la “edición argentina de la revista de entretenimiento para adultos más conocida del mundo”. Ella lo disfruta como un homenaje de despedida.

Con cinco tapas para Playboy en tu haber, ¿qué significa para vos que te hayan llamado para posar en esta etapa de tu vida?

No es para nada poco. Me encantó volver. La idea me generó cariño, la tapa dice “Icono nacional” y lo tomé como un homenaje. Además esta vez lo hice desde otro lugar, fue muy divertido y lo pude disfrutar un montón.

Declaraste que era la última vez que posabas desnuda, ¿te tenemos que creer?

Yo creo que ya está, no quiero decir que con esto ya bajé los brazos, pero de alguna manera esa tapa de Playboy fue la última porque me eternizó. Creo fue una buena forma de despedirme. Igual seguirán viendo mis desnudos de películas, en otras cosas.

Me decís que no te sentís diva, ¿quiénes son las divas argentinas?

Mirta, Susana y Moria, nadie más. Quizás Nacha Guevara.

¿Qué diferencia hay entre las vedettes de tu generación y las que surgen hoy?

La diferencia es la época, cambian los tiempos, las modas, los gustos. En la época que yo era vedette había como una escuela, otros códigos. Ahora ay muchas pululando por la vida y no sabés lo que quieren ser, si  modelos, actrices, vedettes. Lo que critico en general es esa ola mediática que hace a veces que el personaje se termine comiendo a la persona.

¿Creés que es más fácil el éxito ahora que antes?

No, siempre fue igual.

El noviazgo con Guillermo Coppola marcó tu nombre a fuego en los ’90…

Me estás hablando de la prehistoria.

Pero hoy a la distancia, ¿cómo ves aquella época?

Si tuviera que evaluarlo junto a todo lo que me pasó en mi carrera, fue uno de los momentos en que más expuesta estuve y la verdad que no tenía muchas ganas. Eso no tenía nada que ver con mi carrera. Hoy tengo un presente tan diferente, que Coppola me parece una palabra anecdótica.

¿Tenés amigos en el ambiente?

Si, bastantes después de 24 años de carrera. Soy bastante amiguera. Mi gran amiga es Cecilia Roth.

¿Soñás con la maternidad?

En algún momento lo viví como algo pendiente, pero seré madre cuando tenga que ser. No lo busco ansiosamente como en otro momento.

Son días agitados para María Fernanda. Ya no es aquella vedette de los ’90, aunque su figura se mantiene inmaculada.

Son días en que seguramente llueven las propuestas y ella escogerá decididamente, como aquella chica de 18 años que dejó su ciudad para triunfar en Buenos Aires.

El Ping Pong de María Fernanda Callejón

Gerardo Sofovich: El gran productor
Marcelo Tinelli: Un pibe de barrio que supo ver. Un visionario.
Horacio Fontova: Un negro querido, culto. Un gran artista.
Susana Giménez: La diva máxima. Un personaje que siempre voy a amar.
Carmen Barbieri: Una gran artista que le costó mucho llegar a donde está.
Moria Casán: Lo más.
Wanda Nara: Qué nombre… no me inspira nada, no sé cómo definirla.
Karina Jelinek: Divertida. Una chica que juega mucho con su ingenuidad.
Cristina Fernández de Kirchner: Una mujer que todavía tiene que demostrar mucho para que yo le crea que es mi presidenta.
Un referente: Jorge Guinzburg, Norma Pons, Susana Brunetti. De alguna manera, Moria Casan.
Un lugar en el mundo: Donde estoy.
Un tipo de música: Ahora estoy escuchando Amy Winehouse. Soy bastante variada con la música.