Por Marcos Calligaris

Hace años es la voz femenina indiscutida de Córdoba. Rebeca Bortoletto es periodista y conduce la segunda mañana de Mitre 810. Desde esa posición su voz ejerce una importante influencia sobre la vida social cordobesa. Pero no siempre estuvo en esa emisora; la periodista tiene un importante palmarés que incluye programas de radio y televisión en distintos medios y hasta hace algunos años nomás era una de las voces de mayor peso en la radio con la que ahora compite, Cadena 3.

Nacida en Villa María, madre de 4 hijos, afirma que no le interesa comprar una radio, ni dirigirla, pero sí se desvive por hacer programas, estar en equipos. Y eso es lo que hace, aunque también se toma su tiempo para desarrollar otros campos como la oratoria y la comunicación oral, actividades que desarrolla paralelamente.

Criada en el interior, Rebeca sostiene que la vocación comienza a gestarse en la infancia y en ese sentido, asegura que los comercios familiares jugaron un rol importante en su futuro profesional. “Yo vengo de una familia de hijos de inmigrantes italianos, de mucho trabajo. Mis bisabuelos eran cesteros, trabajaban con mimbre. Mi abuela quedó huérfana muy joven y puso un negocio con un tío. Entonces he tenido mucho contacto con gente; ahí uno va amasando la vocación, el negocio es el primer lugar donde uno averigua cosas y empieza a ser como una especie de relacionista público sin querer”, afirma.

En una extensa entrevista, toda la intimidad, los proyectos y los sueños de la periodista.

¿Cuántos hermanos tenés?

Siempre tuve una sola hermana y con el tiempo llegó otra, que ahora tiene 19 años.

¿Cómo recordás tu infancia?

Fue muy tranquila. Mi papá trabajaba en el campo Así que conocía esa realidad, por un lado el negocio y por otro, el campo.

¿Qué recuerdos tenés de tu Villa María natal?

Era una ciudad más chica, ahora está como más cosmopolita. En ese entonces, en diez cuadras a la redonda estaba la vida. Fui siempre a la misma escuela y mantuve siempre el mismo grupo de amigos. También fui muchos años a declamación y arte escénico, eso marcó mucho mi vida. De chica ya tenía colocada la voz, entonces sabía que quería hacer algo con eso. Ahí nos enseñaron a leer de manera expresiva, a representar personajes, el juego escénico, y eso es fundamental. A los 15 ya decidí que quería hacer esto.

¿Era común que todos los jóvenes se vinieran a estudiar a Córdoba?

Si, pero no a estudiar periodismo. En esa época, éramos contados con los dedos, todos estudiaban Bioquímica, Medicina, Abogacía.

En mi caso, cuando terminé la escuela en el año `79, me vine a estudiar al Colegio Universitario de Periodismo Obispo Trejo y Sanabria de Córdoba. Era muy complicado venir.

Plena dictadura…

En ese momento yo no notaba mucho, pero sí en cuanto a las libertades restringidas. Enseguida te decían “circule, circule”. No te podías parar en ningún lado.

¿Cuándo llegó la primera oportunidad de trabajo?

Al segundo año de estudiar, en Canal 12 hicieron un concurso que duró todo el año y en el que quedamos sólo tres: Elio Rossi, Aldo Lumbía y yo. El trabajo me lo dieron a mí y constaba en ser locutora de cabina. Era lo más raso que podía haber, igualmente las mejores voces de Córdoba en ese momento estaban en esa cabina. La publicidad se leía y a la noche ponían las voces de Oscar Luna y Clidy Suárez. También estaban Alicia Lagos, Ismael Toledo…

Navarra, un antes y un después

Rebeca se desempeñó en la cabina de Canal 12 hasta el año ’83, cuando decidió pegar la vuelta y probar suerte en su querida Villa María. Allí tuvo la posibilidad de desempeñarse un año en radio y de desarrollar otras vetas de su profesión. Y si bien el dinero no era lo suficiente, continuó trabajando hasta que la oportunidad de especializarse en el exterior golpearía a su puerta: una beca en la Universidad de Navarra, España le cambiaría la forma de ver las cosas.

Las becas en el exterior suelen ser una bisagra…

Fue una beca muy linda, a la que asistieron muchos periodistas de Córdoba como Carlos Sagristani, Lalo Freyre, entre otros. Creo que ahí es donde se te abre la cabeza definitivamente, empezás a definir lo que querés hacer y cómo.

¿Cuál fue el resultado?

Cuando volví, en 1984,  Radio Universidad estaba buscando voces. Me presenté a un concurso y empecé a trabajar. Estuve cinco años ahí y en Video Prensa -el noticiero de Canal 10-, hasta que un día vino un gerente y me sacó del aire porque no quería mujeres. Mucha visión no tenía el hombre, ya que después llegaron mujeres a todos los informativos.

¿Y qué paso luego?

Me quedé medio mal y justo en ese momento LV3 buscaba alguien que acompañara a Rony Vargas. Se dio de manera fortuita, yo estaba parada en la calle, pasa un señor y me pregunta “¿no conocés alguna chica para acompañar a Rony en el programa?”. Le respondí “acá la tenés”.Fue una autocandidatura, me presenté esa tarde y acá estamos…

¿Cómo fueron esos primeros años en LV3?

La radio en ese momento era muy fea, sin embargo la mística de Mario y Rony era espectacular, una cosa de locos. Creo que ahí comencé a tener una madurez profesional. Tenía 28 años y empezaba a darme cuenta adónde quería llegar. Trabajar con Rony fue como ir a la universidad, como hacer otro Master. Fueron dos años muy intensos hasta que abren la FM 100.5 y ahí me voy durante 15 años.

El momento en que largás en FM, coincide con el boom de la frecuencia modulada….

Sí. Hasta ese momento las voces de FM habían sido casi todos varones  y la 99.7 imponía estilo. Nosotros largamos con varias mujeres y con música en castellano. Fue muy lindo crear una radio de cero. Ahí ya comenzó toda una relación muy especial con los oyentes. Paralelamente tenía programas de noticias en AM.

Luego de tantos años junto a Mario Pereyra y Rony Vargas ¿Cómo vivís la competencia entre Mitre y Cadena 3?

Tengo mucho afecto por ellos. Uno es de donde nace y eso no se cambia. El actual es mi trabajo y sé que no tengo la posición dominante pero trabajo fuertemente para conseguir consolidar ese lugar. El ser alternativa no es fácil, lo más fácil es quedarse y no hacer nada, pero está bueno intentarlo.

Mi convicción de que había una parte que ya estaba agotada era fuerte. Me sentía madura para hacer otras cosas, y ellos (por Cadena 3), no tenían un lugar donde hacerlo. Esto siempre fue conversado así, acá no hay traiciones, sino tiempos que se agotan y planes que uno va teniendo para su propia vida. Si esto no funciona, yo ya sé que lo intenté, y le pongo toda la energía.

Sonabas como la sucesora natural de Mario, ¿Eso hizo más difícil las cosas?

No creo en nada de las sucesiones. En un momento dado, cuando él esté viejito y no quiera trabajar más se verá, pero para mí todo lo que se dice es fantasía pura. Acá hay que salir todos los días y transpirar la camiseta.

Locutora, conductora, madre, mujer…

La vida profesional corría y daba sus frutos, pero Rebeca también tuvo que hacerse tiempo para los asuntos familiares. Pronto llegaron los hijos. “A los 23 años tuve mi primera hija, la segunda llegó a los 28, la tercera a los 30 y el último a los 38 años”, enumera rápidamente.

¿Cómo te la arreglabas con todo?

Todo iba pasando junto. Siempre tenía un cansancio tremendo. Había que ir a la escuela, de acá para allá, cada chico con lo suyo. Tenía mucha motivación.

Ya con los chicos más grandes, ¿sentís alivio?

Ahora estoy descansando. Siento que bajé dos o tres cambios. Igual, con el paso del tiempo me di cuenta que siempre necesito estar exigida, siempre me busco muchas cosas para hacer y me da placer eso.

Después hay otra cuestión, con los años te tenés que cuidar más, hacer actividades físicas, no sólo trabajar.

¿En algún momento te diste cuenta de que ya era tarde para hacer algo?

No, pero sí tuve un gran replanteo la vida a los cuarenta.

Entonces existe la crisis de los cuarenta…

Uf, fue una crisis y media. Puso mi vida patas para arriba. Pero estuvo bueno pensar cómo iban a ser los próximos cuarenta años. Es fundamental pensar en lo que viene, lo que fue ya está.

¿Y qué cosas cambiaron?

Me siento muy tranquila haciendo las cosas que me gustan y eso llega con la madurez. Antes me la pasaba de un trabajo a otro. Hoy ya no tengo tantas ganas, pero sí de tener más tiempo libre para caminar, para viajar, para la pareja, para estar con mis amigos,  para disfrutar de la familia intensamente.

¿Qué cosas priorizás en los tiempos libre?

Me gusta viajar, leer muchísimo, ver películas, cocinar…

El micrófono como herramienta

Su extensa trayectoria le dio a Rebeca la posibilidad de convertirse en una voz influyente, una voz con potestad y legitimidad para reclamar a los gobiernos de turno. Probablemente por esta misma característica es que ha sido invitada a participar en política en numerosas oportunidades.

¿Te propusieron trabajar en política?

Sí, un montón de veces. Me ofrecieron ser senadora, candidata a vice-intendente, pero no es mi vocación. Tengo dos vocaciones, una es tener mi familia y la otra es mi trabajo. Lo de la política no me saldría, no tendría paciencia, no me daría para ciertas situaciones que veo, de mucha hipocresía. He visto gente con buenas intenciones, que las trituraron, las hicieron volverse a casa.

¿Tuviste algún encontronazo con el poder desde tu rol de comunicadora?

Siempre hay alguna llamada, a nosotros o a los jefes. Creo que hay que ser respetuoso, pedir cuentas como corresponde e ir con la verdad, no ser un chicanero barato. Si uno va de buena fe, es lo único que da resultado.

Se te ha visto en varias oportunidades al frente de eventos para la mujer. ¿Te sentís una militante de los derechos femeninos?

Sí, me parece que hay mucho por hacer en ese sentido, Hay muchas mujeres que no tienen idea de sus derechos. Me parece un buen motivo trabajar para que haya salud pública de verdad, para prevenir enfermedades, ocuparse para que el trabajo femenino valga. En esa lucha me siento muy identificada.

Hablando de mujeres, ¿cómo ves a la presidenta?

Lamento mucho que sea una oportunidad perdida para una mujer en ese lugar. No me gusta su estilo, su forma de comunicar, la manera en que nos trata. Me genera la idea de una persona permanentemente crispada. No me agrada que haya dejado en poder de su marido lo que le entregamos a ella. Estoy convencida de que hay un doble comando total que nos está haciendo muy mal. Lleva muy poco tiempo para que ya estemos tan desgastados con ella.

¿Pudiste hacer una diferencia económica?

Ahorro en ladrillos. Después tengo ahorros del alma, que son viajar. Me gusta mucho ir a Europa.

Pero lo único que pido es tener salud y estar bien. Estoy convencida de que hay que vivir el día a día. Ni el país, ni la vida de uno, ni los que nos rodean dan para que hagamos planes quinquenales.

 

 

Agradecimientos:

Giorgio Montagna. Fragueiro 368.

Maquillaje: Daniela. Juleriake. Patio Olmos

Peinó: Daniel. Cassineri. Deán Funes 365

Fotografías: Gabriel Orge